La particularidad de esta nueva huelga, la quinta en los últimos ocho meses, radica en la latente amenaza sindical de prolongar indefinidamente la huelga al final de cada jornada en sectores claves como transporte, energía y servicios públicos.

El gobierno, que califica a la reforma como "necesaria" por el creciente déficit del sistema de pensiones y la crisis económica, permanece inflexible en torno al incremento de la edad necesaria para jubilarse, que pasara de 60 a 62 años y de 65 a 67 para quienes no hayan realizado los aportes correspondientes.

Los dirigentes sindicales esperan una movilización superior a las precedentes, entre uno y tres millones de personas, al poner en valor la importancia de la manifestación por sobre la huelga, que contara con el apoyo no menor de los estudiantes secundarios y universitarios.

"Esta es una de las últimas oportunidades de hacer retroceder al gobierno", reconoció hoy el titular de la central sindical CFDT, Francois Chereque.

"Estamos frente a un muro que o nos pasa por arriba o lo rompemos", disparo, por su parte, Jean Claude Mailly, secretario general del sindicato Fuerza Obrera (FO).

Mientras que para el MEDEF, el órgano que nuclea a las empresas francesas, la huelga es "perjudicial" porque "arruina la reputación de Francia", según declaro la presidenta del organismo patronal Laurence Perisot.

Para la jornada de mañana se prevén problemas en el transporte, especialmente en los trenes de media y larga distancia, y en los servicios de metro y bus de las grandes ciudades.

El transporte aéreo también sufrirá perturbaciones, Air France ya anunció que una "importante cantidad" de vuelos europeos serán cancelados. Al tiempo que los dos aeropuertos parisinos anunciaron que operaran entre un 30% y 50% de sus posibilidades.