En una conferencia de prensa ofrecida en De Auville, donde preside una cumbre con los gobernantes de Rusia y Alemania, Sarkozy afirmó que los bloqueos "no pueden existir en democracia" donde "hay personas que quieren trabajar" y prometió reprimir a los "alborotadores".

El mandatario aseguró que su intervención en la crisis de escasez de combustible estará dirigida a "mantener el orden", informa el diario Le Figaro en su edición digital.

El anuncio se conoció cuando se cumple una nueva jornada de protesta organizada por los sindicatos contra la reforma de las pensiones en Francia, que el Senado podría aprobar el próximo jueves.

Desde hace 12 días las refinerías de Francia están sin trabajar, muchos depósitos fueron bloqueados por los manifestantes y desde ayer, también los camioneros se sumaron a la protesta.

Como resultado, unas 2500 estaciones de servicio están sin combustible, y se registraron largas filas de automovilistas tratando de llenar el tanque de sus vehículos.

Daniel Sánchez, secretario confederal de la Confederación General del Trabajo (CGT), aseguró que la situación "no es culpa de los trabajadores" y que "si el Gobierno no quiere oír lo que se dice en la calle, tiene la responsabilidad del bloqueo que se va a producir en Francia".

"Seguramente tendremos tres o cuatro millones de manifestantes para decir una vez más al Gobierno que no queremos trabajar más de 60 años para jubilarnos", añadió Sánchez, según informa la agencia de noticias Europa Press.

Los organizadores estiman que hoy se registrarán 266 manifestaciones en todo el país. Olivier Besancenot, líder del izquierdista Nuevo Partido Anticapitalista (NPA), se refirió a una jornada "probablemente histórica".

Asimismo, manifestantes bloquean el acceso al aeropuerto de Bordeaux, en el sudoeste del país, mientras que en la terminal de Lille, en el norte, parte sólo un vuelo sobre tres, informó la agencia de noticias Ansa.

En Nanterre, a pocos kilómetros de París, se registraron enfrentamientos frente a una escuela entre estudiantes y la policía.

La reforma de pensiones prevé elevar la edad mínima para la jubilación de 60 a 62 años y la máxima de 65 a 67 años, lo que es resistido por los sindicatos.