17:45 › SIRIA
Al menos 13 personas murieron por disparos durante los funerales de las víctimas de la represión contra los opositores al régimen de Bashar al Asad, que dejó un centenar de muertos. El mayor número se registró en las afueras de la localidad sureña de Izraa, cuando la comitiva de un sepelio fue atacada a tiros en una carretera.
Dos diputados sirios "independientes", Nasser Hariri y Jalil Rifai, afirmaron a Al Jazeera que habían renunciado a sus escaños en el Parlamento para protestar contra la sangrienta represión de las manifestaciones contra el régimen. “Anuncio mi dimisión al Parlamento", declaró en directo Rifai, legislador electo de la ciudad de Deraa (sur), cuna de la contestación contra el régimen. El parlamentario justificó su decisión por su impotencia para "proteger a la gente" que lo eligió.
Poco antes, Hariri, también elegido en Deraa, anunció su dimisión en la misma cadena y por el mismo motivo. "Llamo inmediatamente al presidente (Bashar al Asad) a intervenir", declaró. El mufti de Deraa, más alta autoridad religiosa de esta ciudad del sur de Siria donde se inició la protesta contra el régimen, anunció el sábado su renuncia en televisión.
Cinco personas perdieron la vida en Deraa, a 100 kilómetros al sur de Damasco, a manos de "las fuerzas de seguridad que dispararon contra los habitantes que iban a Ezreh para asistir al funeral, así como delante del hospital de la ciudad", dijo un militante.
En Duma, a 5 kilómetros al norte de la capital siria, otras cinco personas murieron por los disparos de francotiradores escondidos en edificios situados por donde pasaba el cortejo fúnebre que se dirigía a la mezquita del cementerio, dijeron un testigo y un activista pro Derechos Humanos contactados por teléfono por la AFP.
Según otros militantes, al menos tres personas fallecieron por los disparos de las fuerzas de seguridad en el barrio de Barzeh, en Damasco. La oposición consiguió en todo el país una movilización inédita el viernes, que se convirtió en una de las más sangrientas desde el inicio de las protestas el 15 de marzo y que exigen la caída del régimen de Bashar al Asad.
Las fuerzas de seguridad abrieron fuego para dispersar las multitudes, después de que el régimen prohibiera cualquier manifestación sin su autorización. Al menos 82 personas fallecieron y centenares resultaron heridas, entre ellas niños y ancianos, según testigos y activistas.
El Comité de Derechos Humanos sirio, con base en Londres, publicó una lista con 112 muertos por la represión del viernes, algunos de los cuales no han podido ser identificados.
De Washington a Bruselas, pasando por la ONU y Moscú, se alzaron voces de indignación por la represión y llamaron al régimen de Damasco a que haga reformas y cese la violencia. La jefa de la diplomacia europea Catherine Ashton condenó el sábado los actos de violencia "intolerables" y consideró "esencial" que Damasco inicie "reformas políticas profundas".
El gobierno sirio debe "cesar inmediatamente" de recurrir "a la fuerza brutal contra los manifestantes" y "respetar su derecho de manifestar", dijo Ashton en un comunicado.
"Estamos firmemente convencidos de que sólo el diálogo constructivo y una aceleración de las reformas políticas, sociales y económicas de gran amplitud (...) pueden permitir un desarrollo estable y democrático", aseguró la cancillería.
Desde el 15 de marzo, más de 310 personas murieron en actos de violencia en Siria, según Amnistía Internacional.
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