Sáb 30.04.2011

21:36  › POR PABLO MELICCHIO

Un salieri de Sabato

Murió Sabato. Es un día gris, lluvioso, plomizo, clima típico en su literatura. El tiempo se inspiró en sus novelas. Va a ser muy difícil estar sin él, al menos para mí, aunque viejito y débil, estaba vivo en su rincón en el mundo, en Santos Lugares. El silencio que envolvía a su nombre y obra se levanta, y su figura sale desde las tinieblas del olvido por obra y arte de la necrofilia, del morbo habitual.

Sí, la muerte vende más que la vida. Estoy triste, conmovido. Tramito el dolor desde la letra, como me enseñó él. Todavía su voz resuena en mis oídos, en mis sueños. La charla que mantuvimos en la Librería de la Ciudad es uno de mis reliquias más sagradas.

Arrancaban los 90, la charla que sostuvimos fue fundacional, algunos consejitos para escribir “mejor”, con las pasiones del corazón y no desde la razón, como era mi estilo dada mi formación en el campo de la psicología. Sí, fue mi padre literario y, según las palabras de mi amiga María Rosa Lojo, lo supe “plagiar” bastante bien en mi primera novela. Sin querer queriendo copié lo que leí y releí de Don Ernesto Sabato.

No pienso una literatura que no bordee el sentido existencial que tiene la vida, no puedo leer ni escribir si no se trata de bucear en las profundidades del ser, en los grandes temas, como decía el maestro. Sí, soy un Salieri de Sábato, y lo digo con orgullo. Guardo celoso, en un lugar fundamental de mi biblioteca,“El túnel” firmado por él y una carta acotada y contundente, como sus palabras.

Son sólo tres novelas las que escribió, dicen los refutadotes. Claro, son tiempos en los que se privilegia la cantidad por sobre la calidad. Valen los excesos, los abusos, la multiplicación de lo mismo; así está el mundo. Y, paradójicamente, muere en medio de la 37 feria del libro cuando su nombre, que apenas circulaba, ahora decorará los pasillos de las ventas cotidianas.

Creo que no llegar al centenario fue su última maniobra de espíritu indomable, de físico devenido escritor, de hombre comprometido cuando otros callaban. Noventa y nueve es una oferta tentadora. Que se celebre su vida y literatura. Que todos puedan atravesar el extraño túnel que nos lleva del nacer a la tumba con la convicción de que hombres como Sabato son necesarios para que el recorrido sea menos oscuro.

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