23:23 › MARRUECOS
Después de las protestas civiles iniciadas en marzo, el rey Mohamed VI anunció en un discurso televisado los lineamientos de la nueva Constitución, un texto que contempla un recorte parcial de sus poderes para traspasarlo a un primer ministro y el parlamento. Además, el monarca dejará de ser considerado "sagrado". La modificación de la carta magna, que encaminará al país africano hacia el modelo de una monarquía constitucional, deberá ser votado en referendo el 1 de julio.
"Hemos logrado, tres meses después de haber iniciado un proceso de revisión constitucional, desarrollar una nueva carta constitucional democrática. Vamos a reducir los poderes del rey", fue uno de los primeros puntos leídos por el monarca, que dejará de ser considerado "sagrado" pero mantendrá su liderazgo religioso como jefe espiritual de los musulmanes. La reforma constitucional, que fue aprobada hoy por el Consejo de Ministros de Marruecos, llega tras afrontar las mayores protestas contra la élite gobernante en décadas.
Tras afrontar las mayores protestas contra la élite gobernante en décadas, Mohamed VI ordenó a un comité elegido a dedo llevar a cabo consultas con los partidos políticos, sindicatos y grupos de la sociedad civil sobre una reforma de la Carta Magna.
La reforma de la Constitución, que sustituirá a las de 1996, prevé que el rey deberá elegir al primer ministro, que se llamará presidente del Gobierno, en el seno de la mayoría parlamentaria. Este nombrará a partir de ahora a los ministros, los altos funcionarios, los directores de empresas públicas y los embajadores, aunque para algunos de estos cargos necesitará el aval del soberano. Los asuntos religiosos continuarán siendo de su exclusiva incumbencia. Aunque "el islam es religión de Estado", el artículo 41 de la Constitución estipula que el rey "es el garante de la libertad de la práctica religiosa".
Así Marruecos confirma su reconocimiento de la libertad de culto, pero no así de la libertad de conciencia, es decir, la posibilidad para un musulmán de cambiar de religión. El rey mantendrá además bajo su autoridad a las Fuerzas Armadas y la política exterior y seguirá presidiendo el Consejo de Ministros, excepto cuando delegue esa tarea en el presidente del Gobierno, y un Consejo Nacional de Seguridad de nueva creación.
En cuanto al papel del Parlamento, este resulta reforzado ya que podrá tomar la iniciativa de revisar la Constitución, promulgar amnistías, crear comisiones de investigación y algunos altos cargos, como el presidente del Tribunal de Cuentas, deberán comparecer en el hemiclo una vez al año.
En el preámbulo de la Carta Magna se resalta, además del carácter árabe de Marruecos, sus raíces judías y andaluzas. Parte de su población emigró en el siglo siglo XV de Andalucía a Marruecos, por lo que el idioma de los bereberes se incorporará. Los partidos dispondrán de diez días para hacer campaña a favor o en contra de la nueva Constitución, que sustituirá a la de 1996.
Los defensores de la reforma apuntan que Mohamed VI confirma con ella su voluntad de "consolidar los pilares de una monarquía constitucional, democrática, parlamentaria y social", como dijo el rey en su discurso, y se inscribe en un proceso de transición.
Para los críticos del proyecto, sin embargo, se trata de una iniciativa tardía, poco discutida por la sociedad y que busca más que nada acallar las manifestaciones de protestas surgidas en Marruecos por contagio con Túnes, Libia y Egipto, y encarnadas en el Movimiento 20 de marzo.
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