"Un gran número de nuestros compatriotas inocentes murieron o fueron heridos por los actos inhumanos y contrarios al islam de los enemigos en Kabul y Mazar-i-Sharif", expresaron los talibanes en un comunicado enviado por correo electrónico por uno de sus portavoces, Zabihullah Mujahid. Según el texto, "el invasor enemigo (...) recurre ahora a este tipo de actos brutales para crear el terror, la desconfianza y el odio entre afganos para tener una excusa para quedarse más tiempo y dividir a la nación afgana".

El atentado de Kabul fue el primero de esa magnitud dirigido explícitamente contra la minoría chiita en Afganistán, donde las violencias interconfesionales son poco comunes, en tanto los atentado contra los chiitas son frecuentes en el vecino Pakistán. Los insurgentes talibanes, sunitas radicales, acusan de herejía a los chiitas y les impedían celebrar sus fiestas cuando estaban en el poder entre 1995 y 2001.

El presidente afgano, Hamid Karzai, estimó que el atentado durante la fiesta chiita del Ashura eran el primer ataque "terrorista de esta magnitud durante una fiesta religiosa tan importante en Afganistán tiene lugar un acto terrorista tan horrible". Por su parte, el ministro alemán de Relaciones Exteriores, Guid Westerwelle se declaró "profundamente conmocionado" por esos "ataques sangrientos" contra gente que "no quería otra cosa que practicar pacificamente su religión".

Al menos 58 personas murieron el martes en dos atentados en Afganistán, uno contra un santuario chiita en Kabul, durante una procesión del Ashura y el otro en un santuario en Mazar-i-Sharif en el norte en un santuario respetado por chiitas y sunitas. Por el momento, los ataques no fueron reivindicados, pero sí condenados por los talibanes. hap/aro/feff/ltl