El presidente Juan Manuel Santos caminó en el municipio de Villeta, en el departamento de Cundinamarca, en el centro del país, en compañía del sargento de la Policía Luis Alberto Erazo, el único secuestrado que salió con vida del operativo de rescate del 26 de noviembre, y desde allí le pidió al país que se una para que las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) sientan el rechazo popular: "Llevamos demasiado tiempo, casi 50 años. Muchos de nosotros no hemos conocido un día de paz y queremos dejarles a nuestros hijos un país en paz. Ese es el motivo por el cual Colombia se está pronunciando. ¡No más violencia, no más secuestros!".

Santos advirtió que mientras los grupos armados ilegales sigan actuando, el Estado tiene la obligación constitucional de perseguirlos: "Los soldados y policías son los primeros que no quieren más guerra (...) Colombia está unida en torno a sus instituciones, a su democracia, a su libertad. No vamos a permitir que siga la violencia y el secuestro, porque estamos hastiados", añadió.

La marcha empezó a ser organizada a través de las redes sociales el mismo 26 de noviembre, el día del último operativo de rescate encabezado por el Ejército, cuando se conoció la muerte del sargento del Ejército Libio Martínez, quien el 21 de diciembre habría cumplido 14 años en cautiverio y era el rehén que más antiguo de las FARC, y de los policías Édgar Yesid Duarte, Elkin Hernández y Álvaro Moreno.

La mismas marchas se repitieron en distintas ciudades del mundo, como Nueva York, donde cientos de residentes colombianos reclamaron la liberación de los secuestrados al grito de "No más violencia, no más FARC", "Colombia unida, jamás será vencida" y al ritmo de vallenatos y cumbias. La cónsul colombiana en Nueva York, Elsa Gladys Cifuentes, señaló que se unía al clamor mundial: "No más secuestros, no más niños y niñas huérfanos de la violencia, no más viudas y viudos de la guerra".