Entre los premiados se encuentran el fundador de la asociación de los sin techo de Sao Paulo, que lucha contra el exterminio de los 'homeless' por parte de grupos ultraderechistas, y Creuza María de Oliveira, fundadora del primer sindicato nacional de empleadas domésticas. Rousseff se emocionó al destacar el premio otorgado al Instituto Vladimir Herzog, que lleva el nombre de una de las víctimas más emblemáticas de la lucha contra la dictadura militar: "Herzog fue un gran brasileño que fue muerto en la lucha de resistencia a la dictadura".

"Somos un país que tiene una trayectoria complicada en cuestión de los derechos humanos. Hasta hace poco más de 120 años teníamos esclavitud (fue abolida en 1888), que permitió que la igualdad y la inclusión social sean tratadas como un tema secundario del desarrollo, que nos llevó a ser uno de los países más desiguales del mundo", afirmó. Y agregó que el principio más grave de la esclavitud fue que "una parte de la población fue considerada como ciudadanos y otra como una cosa".

Más adelante sostuvo que "no hay posibilidades de que este país sea una nación si no incluye a sus 190 millones de brasileños". La mandataria, que sancionó la ley que creó la Comisión de la Verdad en noviembre pasado para investigar los crímenes de la dictadura, afirmó que los regímenes de excepción "generaron efectos duraderos y distorsionados en las sociedades", incluso dentro del poder público. Rousseff afirmó que en la dictadura "hacer huelga era una cuestión policial, la divergencia era cuestión de prisión y opinar y luchar en contra podría llevar hasta la muerte".

"Brasil devoró y ha digerido todos estos artificios autoritarios y logró construir una democracia. Ahora es posible tener divergencias. Yo incluso en la campaña dije que prefería el ruido a veces extremadamente doloroso de la prensa libre que el silencio de las dictaduras", afirmó.