Vie 02.03.2012

14:03  › CRISIS EN EL VIEJO CONTINENTE

El fin de la independencia presupuestaria

Con la excepción del Reino Unido y República Checa, los países miembro de la Unión Europea (UE) firmaron en Bruselas el tratado de disciplina presupuestaria, que funcionará como arma de disuasión ante cualquier tentación de caer en gastos "excesivos" y repetir la crisis de deuda "a la griega". El texto fue impulsado por Alemania y Francia, aliados que sostienen la austeridad como regla. "Es una señal fuerte de que hemos aprendido de la crisis y en el futuro seremos una Europa unida políticamente", celebró Merkel.

Los jefes de Estado y gobierno de 25 de los 27 socios rubricaron el acuerdo de control fiscal que obliga a una mayor disciplina presupuestaria como método para prevenir nuevas crisis de deuda en Europa, donde hay, hasta la fecha, tres socios rescatados por la UE y por el Fondo Monetario Internacional (FMI): Grecia (dos veces), Irlanda y Portugal.

El tratado obliga a incorporar en las constituciones nacionales --España ya lo hizo-- la denominada "regla de oro", que limita el déficit estructural al 0,5 por ciento del producto interno bruto (PIB). También contempla sanciones casi automáticas para los socios que superen el límite del 3 por ciento del PIB.

No obstante, a pesar de que el camino legal del texto parecía expedito en el último momento Irlanda anunció que someterá el texto a referéndum, lo cual supone un obstáculo imprevisto. Pero independientemente del resultado de la consulta, el texto entrará en vigor cuando lo aprueben 12 de los 17 socios de la eurozona.

El presidente del Consejo Europeo, Herman van Rompuy, quien ayer fue reelegido en su cargo por dos años y medio más, también expresó su satisfacción por el nuevo texto: "Servirá para reestablecer la "confianza en el futuro de la eurozona y llevará al crecimiento económico y al empleo", sostuvo.

En una referencia directa al referéndum en Irlanda, Van Rompuy recordó que todavía no está "todo hecho". A partir de hoy, dijo, toca un arduo trabajo para "convencer a los parlamentos y a los votantes de que este Tratado es importante para devolver al euro a aguas tranquilas de forma sostenible".

Para el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, el Tratado supone un "antes y un después" en la crisis. El texto es el mejor ejemplo de la "cultura de la estabilidad financiera, que es un prerrequisito para una auténtica unión económica", subrayó.

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