Por su parte, Hollande consideró que las declaraciones de la canciller representan "un éxito" de su campaña electoral, en la que planteó modificar los plazos y los temas de la agenda de la UE, y sus recetas de ajuste para salir de la crisis. Según destacó, "hace pocas semanas Merkel no quería oír hablar de crecimiento", sin embargo "hay algo que está cambiando y tras las elecciones cambiará mucho más".

Durante una entrevista en un diario alemán, la mandataria anunció una "agenda europea de crecimiento" y mencionó en este contexto la posibilidad de "fortalecer el margen de maniobra del Banco Europeo de Inversión", y explicó que varios miembros del Consejo Europeo estudian ya medidas concretas para fomentar el crecimiento en la alicaída eurozona. "Para dar un ejemplo -dijo-, los países pueden utilizar ya de forma más flexible los fondos estructurales para asistir a empresas medianas."

La intención de diálogo de Merkel es tal que inclusive dijo que el tema podrá ser abordado en la próxima cumbre europea en junio también con el nuevo presidente de Francia. "El crecimiento no siempre cuesta dinero", sostuvo. Anteriormente había subido de tono un duelo a distancia con Hollande sobre las vías para sacar a Europa de la crisis, al rechazar las demandas del socialista de renegociar el pacto fiscal, a lo que Hollande replicó que "no es Alemania la que decide el futuro de la totalidad de Europa".

Esta vez, Merkel reconoció que la disciplina fiscal no bastará para enfrentar la crisis, pero advirtió al mismo tiempo de lanzar programas estatales que endeuden más a los Estados. "Tenemos que tener de forma paralela una política que fomente el crecimiento y el empleo y devuelva la competitividad a los Estados pero no un crecimiento a través de más deuda".