21:13 › BACHELET EXHORTó A "EVITAR UN BAñO DE SANGRE"
La manifestación de los estudiantes secundarios y universitarios chilenos, que reclaman una profunda reforma del sistema educativo heradado de la dictadura, y que contó con la adhesión de los trabajadores del cobre, y que comenzó al amanecer con diversos cortes de rutas, fue coronada por una marcha de miles de personas por el Centro Cívico, a metros del palacio presidencial de La Moneda.
En la antesala de las elecciones primarias de este domingo, donde los principales bloques de la oposición y el propio gobierno elegirán sus candidatos para las presidenciales de noviembre, los estudiantes mantienen tomados unos 50 colegios, de los cuales 30 son locales de votación. Mientras el presidente Sebastián Piñera, quien enfrenta la ola de protestas estudiantiles desde 2011, advirtió que su gobierno impondrá el orden y que "no nos dejaremos subyugar por una minoría de delincuentes", la expresidenta socialista Michelle Bachelet, favorita en las primarias, señalo que hay que evitar "un baño de sangre" y llamó a no utilizar a los militares en los desalojos.
La crisis estudiantil, que generó miles de protestas desde 2011, atraviesa el debate electoral en un país donde sólo el 36 por ciento de la educación es provista por el Estado, y donde inclusive las universidades públicas cobran miles de dólares a los estudiantes terciarios.
En los hogares más pobres sólo un 65 por ciento de los jóvenes logra terminar el colegio antes de los 24 años, según cifras oficiales. Al contrario, en los hogares más ricos los jóvenes de ese grupo de edad han tenido uno o dos años de estudios superiores a esa misma edad.
Los manifestantes instalaron desde temprano barricadas incendiarias en las afueras de diversos colegios y universidades, causando serios embotellamientos en la hora pico en la capital del país. El ministro del Interior y Seguridad, Andrés Chadwick, denunció que los manifestantes "han generado mucha violencia y un enorme daño a la sociedad y a las personas", y acusó a quienes se movilizaron en reclamo de una profunda reforma del sistema educativo, heredado de la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990), de no ser estudiantes: "No son estudiantes, son delincuentes, extremistas y violentistas y en esta oportunidad han actuado de forma simultánea, coordinada y preparada".
La vocera de los estudiantes secundarios, Isabel Salgado, por su parte, afirmó que "ya han sido años de movilizaciones en las que no hemos recibido respuesta alguna", y exigió la renuncia de la ministra de Educación, Carolina Schmidt, de vacaciones actualmente en Italia.
Los mayores incidentes se registraron en las afueras de la Universidad de Santiago y en la facultad de Derecho de la Universidad de Chile, donde encapuchados incendiaron neumáticos y el mobiliario de las aulas, registrándose también fuertes enfrentamientos con la Policía. Los agentes policiales repelieron los ataques con chorros de agua y gas lacrimógeno.
La jornada de protesta fue apoyada por los gremios de trabajadores portuarios y mineros, quienes bloquearon el ingreso a importantes yacimientos de cobre en apoyo a los estudiantes, según un comunicado de la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC).
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