20:59 › PASó LA PRIMAVERA
A pesar de las masivas protestas del año pasado, el actual primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, quien está en el poder desde 2003, fue elegido por el 52 por ciento de los turcos en las primeras elecciones presidenciales directas. Erdogan aseguró que, cuando asuma a fines de mes, no se limitará a cumplir el rol casi protocolar que los mandatarios tienen en el sistema institucional turco sino que aspirará a cambiar la Constitución para avanzar hacia un modelo presidencialista.
Erdogan, de 60 años, estaba impedido de continuar como primer ministro de acuerdo a los estatutos del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) por lo que la opción era postularse para reemplazar al mandatario saliente, Abdulá Gül. Los críticos de Edorgan temen que amplíe sus poderes como presidente e impulse la islamización del país, mientras que él ya anunció que utilizará todos sus atributos constitucionales. Entre ellos, el que indica que sus decisiones no pueden impugnarse judicialmente.
Al llegar al 96 por ciento de los votos escrutados, el Consejo Electoral Supremo del país señalaba que el 52 por ciento de los turcos que asistieron a las urnas --un 73 por ciento de los autorizados-- habían puesto su voto en favor de Edorgan. Lejos quedaron sus dos rivales, el hombre de consenso de la oposición, el académico Ekmeleddin Ihsanoglu, y el kurdo y líder de izquierda, Selahattin Demirtas, con más de 38 por ciento y un 9 por ciento de los votos, respectivamente, según informó la agencia de noticias oficial turca Anadolu.
Ambos candidatos reconocieron la derrota frente a sus simpatizantes y celebraron el haber aumentado su caudal electoral. En tanto, dentro del oficialismo, ni bien se confirmó la noticia, Erdogan dio un breve discurso en la sede de su partido en Estambul y luego hizo una parada en la simbólica mezquita del Sultan Eyup frente a una multitud de personas.
"Mientras viva continuaré sirviendo a mi país, por una mayor democracia y por el proceso de paz (con la guerrilla kurda)", aseguró el nuevo mandatario electo, según el diario local Hurriyet. Después de eso, Erdogan partió para Ankara, la capital del país, para dar el tradicional discurso de victoria desde el balcón de la sede de su partido.
Según todos los sondeos de la campaña, Erdogan estaba encaminado para ganar cómodo en primera vuelta. "No hay alternativa a Erdogan", aseguró al votar Blent Alparslan, un profesional de mediana edad para quien la continuidad es más importante que la incertidumbre que traería otro presidente. "Al menos su gobierno ha logrado muchas cosas (...) Aunque también haya robado", agregó el hombre, entrevistado por la agencia de noticias EFE.
Gran parte de la popularidad de Erdogan y su partido se debe a las mejoras de la economía. Durante sus 11 años en el gobierno, logró triplicar los ingresos per cápita y disminuir el porcentaje de población pobre en más de un 20 por ciento. Asimismo, Erdogan y su partido reposicionaron a Turquía como una potencia regional y un actor central e influyente en Medio Oriente.
Sin embargo, la izquierda lo acusa de asumir un programa económico neoliberal en tono con las recetes del establishment internacional y de querer islamizar el Estado turco. Esta última acusación es compartida por gran parte del centro y la derecha también.
Los cuestionamientos a la política económica y sus políticas de islamización provocaron una serie de masivas protestas el año pasado que captaron la atención del mundo entero. Las movilización provocaron la represión estatal y fuertes cuestionamientos al gobierno de Erdogan, sin embargo, las elecciones locales de marzo pasado demostraron que no lograron erosionar su apoyo popular.
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