21:10 › MéXICO
Centenares de personas se manifestaron por las calles de la sureña ciudad de Iguala, estado de Guerrero, al cumplirse tres meses de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, en una jornada marcada por el repudio a la muerte del sacerdote Gregorio López. Los manifestantes condenaron la "impunidad" de los grupos delictivos vinculados con el narcotráfico, entre ellos Guerreros Unidos, al que se atribuye el asesinato de los jóvenes, quienes fueron entregados por las policías de Iguala y Cocula, por órdenes del alcalde de aquella ciudad, José Luis Abarca, actualmente en prisión.
Familiares de los alumnos de la Escuela Normal de Ayotzinapa marcharon desde la cabecera municipal de Cocula, una localidad vecina, en la cual la Fiscalía cree que los jóvenes fueron asesinados y sus restos arrojados a un río.
De los 43 estudiantes, que se dirigían a bordo de los ómnibus a recaudar fondos para su causa en Iguala, sólo uno ha sido identificado por un laboratorio forense austríaco como Alexander Mora, aunque Ramos Reyes, dirigente de un sindicato de docentes del estado, afirma que "no hay una certeza absoluta" de ello.
Actualmente hay más de medio centenar de detenidos, la mayoría agentes municipales, entre ellos el alcalde Abarca y su esposa Angeles Pineda, quienes ordenaron el ataque para evitar que arruinaran un acto donde la mujer rendía un informe sobre sus "actividades filantrópicas".
Mientras tanto, la muerte del sacerdote Gregorio López, secuestrado el domingo pasado en Ciudad Altamirano, también en el estado de Guerrero, hallado muerto anoche de un balazo en la cabeza, generó la inmediata reacción de repudio de la jerarquía católica mexicana, que proclamó un "Basta ya" a la inseguridad y la violencia. "Haciéndonos eco del sentir de muchos mexicanos, repetimos: Basta ya! No queremos más sangre. No queremos más muertes. No queremos más desaparecidos", señaló la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en un comunicado.
"Exigimos a las autoridades el esclarecimiento de éste y de los demás crímenes que han provocado dolor en tantos hogares de nuestra patria, y que se castigue conforme a derecho a los culpables", afirmaron los obispos.
El sacerdote, conocido como Padre Goyo, fue secuestrado el domingo en Altamirano, en la frontera con los estados de Michoacán y México, una zona llamada "Tierra Caliente", de alta criminalidad. La región, donde se cultiva y trafica droga, es vigilada desde hace un mes por contingentes federales integrados por Gendarmería Nacional, la Marina, el Ejército y la Policía Federal.
El domingo pasado el Padre Goyo había pronunciado una dura homilía en su parroquia, en la que condenó a la banda Guerreros Unidos por la desaparición de los 43 estudiantes el 26 de septiembre.
El Padre Goyo también había levantado su voz contra el exalcalde de Aptazingán, Michoacán, Uriel Chávez, y contra miembros de la organización criminal Caballeros Templarios.
Los Obispos de México expresaron sus condolencias a la Diócesis de Ciudad Altamirano, al Seminario Mayor "La Anunciación" y a la familia del prelado, y advirtieron que "renovamos nuestra invitación a unirnos para pedir a Dios por la conversión de todos los mexicanos, especialmente de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte".
El Centro Católico Multimedial, por su parte, calificó el 2014 como "fatídico" para la diócesis de Guerrero por el asesinato de López y otros dos sacerdotes: el ugandés John Ssendyondo, secuestrado en Chilapa y hallado en octubre pasado en una fosa clandestina en el municipio de Zitlala, y Ascención Acuña, desaparecido en San Miguel Totolapan, Guerrero, y encontrado muerto en las márgenes del río Balsas.
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