18:54 › CONTRA LOS "PERENNES DEMONIOS DE LA INTOLERANCIA"
En un escenario frío y cubierto de nieve, similar al que encontraron las tropas del ejército soviético que llegaron hasta las puertas de Auschwitz-Birkenau el 27 de enero de 1945, cuando pusieron fin al cautiverio de miles de prisioneros que, abandonados a su suerte por sus verdugos, esperaban resignados la llegada de la muerte, sobrevivientes y delegaciones de todo el mundo conmemoraron en el antiguo emplazamiento del campo de exterminio nazi el 70 aniversario de su liberación, con un llamamiento a la comunidad internacional contra el olvido.
Entre quienes setenta años después acompañaron a los supervivientes se encontraban los presidentes de Francia, François Hollande; Alemania, Joachim Gauk, y Ucrania, Petró Poroshenko, junto con el anfitrión, el jefe del Estado polaco, Bronislaw Komorowski.
En su discurso, Komorowski recordó que Polonia se ha convertido en "la depositaria de la memoria de Auschwitz-Birkenau y del Holocausto", símbolos ambos del "genocidio totalitario", y pidió al mundo que se esfuerce para evitar que una tragedia así pueda repetirse.
La exprisionera polaca Halina Birenbaum, actualmente residente en Israel, advirtió que si Auschwitz pudo existir durante cinco años, "entonces todo lo perverso es posible en nuestro mundo". "Contra eso tenemos que luchar", exhortó a los líderes políticos presentes, antes de agradecer al museo-memorial de Auschwitz la conservación de los objetos y documentos que demuestran la barbarie que ella y otros cientos de miles de personas sufrieron durante su cautiverio.
"Actuar, no sólo recordar", afirmó, por su parte, el estadounidense Roman Kent. "Recordar sí, pero no sólo, también educar a las futuras generaciones para que entiendan lo que sucedió cuando se permitió que el odio se apoderase de todo. Hay que enseñar tolerancia y entendimiento, tanto en casa como en el colegio", reclamó. "Un minuto en Auschwitz era como un día entero, y un día como una semana, y una semana como un mes. Una eternidad de horror", resumió.
El único testimonio de un sobreviviente no judío fue el del polaco Kazimierz Albin, deportado a Auschwitz en 1940 por cooperar con la resistencia, quien recordó el papel de los partisanos polacos que lucharon valientemente contra los nazis en los alrededores del campo y que ayudaron a los pocos presos que, como él, lograron escapar con éxito de sus instalaciones.
Hoy, en Auschwitz, también se dieron cita representantes del mundo de la cultura, el arte y el cine, como el realizador judío estadounidense Steven Spielberg, director de "La lista de Schindler", quien ayer en Cracovia alertó a un grupo de exprisioneros del auge del antisemitismo en el mundo y de los "perennes demonios de la intolerancia".
Spielberg pudo asistir a la emisión del documental de 15 minutos sobre Auschwitz que recientemente ha producido en colaboración con el museo-memorial y la fundación Shoah, que cuenta como narradora con la voz de la actriz estadounidense Meryl Streep.
La ausencia más notoria de la jornada fue la del presidente ruso, Vladímir Putin, quien acusó a las autoridades polacas de no haberlo invitado, a pesar de que fueron las tropas soviéticas las que liberaron el campo de exterminio. Desde Moscú, Putin recordó que "el fin a esa monstruosidad e implacable barbarie nazi lo puso precisamente el Ejército Rojo, que salvó del exterminio no sólo a los judíos, sino también a otros pueblos de Europa y del mundo".
Y así fue, ya que el 27 de enero de 1945 el Ejército soviético abrió las puertas del infierno en Auschwitz-Birkenau, escenario de la llamada "Solución Final", eufemismo con el que los nazis se referían al genocidio judío. Allí encontraron más de un millón de trajes y vestidos y ocho toneladas de cabello humano que los nazis aprovechaban junto con otras partes de los cuerpos de sus víctimas como si de una gran factoría humana se tratase.
Se estima que más de un millón de personas, en su mayoría judíos, perecieron en Auschwitz y en el campo anexo, Birkenau, (Oswiecim y Brzezinka, en polaco) debido a las palizas, las cámaras de gas Zyjklon B, el hambre, el agotamiento y las enfermedades.
Hoy, Auschwitz-Birkenau es patrimonio de la Humanidad de la Unesco y un museo-memorial de 200 hectáreas visitado cada año por más de un millón de personas, sobre todo jóvenes, quienes enmudecen cuando acceden al campo dejando atrás el letrero "Arbeit macht frei", "El trabajo os hace libres".
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