La inhumación -a la que asistieron familiares, amigos y unos pocos políticos- estuvo precedida por una ceremonia religiosa dirigida por el rabino Marcelo Polakoff y oficiaron como principales oradores el filósofo Santiago Kovadloff y el vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff.

El cortejo fúnebre había partido a las 9.45 desde una sala velatoria del barrio porteño de Núñez. El vehículo con el féretro, custodiado por la Policía Federal, fue despedido por un grupo nutrido de vecinos, algunos de los cuales portaban una extensa bandera nacional, mientras un hombre esgrimía una gran cruz con la leyenda: "Todos somos víctimas".

Los restos del fiscal llegaron a las 11 al Cementerio Israelita de La Tablada en medio de un fuerte operativo de la Policía Bonaerense. El cortejo fue recibido con aplausos por un gran número de personas, algunas de las cuales portaban banderas argentinas, mientras otras esgrimían carteles con consignas como "Justicia por el fiscal", "Nisman somos todos" y "La verdad no muere".