Durante un encuentro con el primer ministro húngaro, Viktor Orban, Poroshenko señaló que "desgraciadamente, tras los acuerdos de Minsk, la operación ofensiva de Rusia aumentó significativamente", y aseguró que los bombardeos rebeldes en el este de Ucrania "no son solamente ataques contra civiles sino también contra los acuerdos".

Por su parte, Psaki denunció: "Estamos muy preocupados por la continuación de los combates (...) y por informes sobre tanques y sistemas de misiles suplementarios que han llegado estos últimos días del otro lado de la frontera, de Rusia".

"Las Fuerzas Armadas rusas desplegaron una importante cantidad de (piezas de) artillería y de lanzamisiles. Estamos seguros de que se trata de sistemas militares rusos, no de los separatistas", acusó la portavoz.

Durante las rondas de negociaciones para llegar al acuerdo de paz, Estados Unidos fue el país que más promovió la vía de reforzar el poderío militar de Ucrania. Por eso, a pesar de que Estados Unidos saludó el jueves la conclusión del acuerdo de cese al fuego, que debe entrar en vigor en la medianoche del domingo, insiste en minar las posibilidades de alcanzar una paz duradera entre Kiev y los rebeldes prorrusos en el este.

Por su parte, el G7, el presidente del Consejo Europeo y el presidente de la Comisión Europea pidieron el "respeto estricto" de los acuerdos de Minsk sobre el conflicto ucraniano.

Los dirigentes de las siete mayores economías del mundo exigieron que "todas las partes respetaran estrictamente las disposiciones" del acuerdo, y afirmaron "estar preparados para adoptar" sanciones contra aquellos que vulneren lo pactado en la capital bielorrusa.