Al Pacino se despidió en el Teatro Colón durante la noche del sábado del público argentino con la segunda presentación de “An evening with Al Pacino”, una puesta en primera persona que mezcló anécdotas de su vida y la proyección de ciertas escenas de filmes memorables, como “El Padrino”, de Francis Ford Coppola Coppola.
“An evening with Al Pacino”, una suerte de entrevista abierta, ya fue presentado en Europa y en su tierra natal, Estados Unidos, donde agotó localidades. El intimista show recorre fragmentos de su vida, desde la niñez pobre y callejera hasta hoy, y tuvo una adaptación local realizada por el cineasta y guionista, Marcos Carnevale. Iván de Pineda fue el encargado de moderar la velada, con traducción simultánea al español.
La estructura de la puesta tuvo mucho de clase, donde las proyecciones de escenas icónicas fueron precedidas o coronadas por los comentarios del actor. Dos sillas, dos copas, una botella de agua mineral, más un florero oficiaron de breve escenografía, con una pantalla como telón de fondo que replicaba secuencias de sus principales películas.
Sin embargo, el deseo de verlo recrear alguno de sus personajes cinematográficos no se cumplió. Apenas arriesgó unos pasos de baile con la bailarina Judith Kovalovsky cuando comenzaron a sonar los acordes del tango "Por una cabeza", evocando una escena del filme "Perfume de mujer" (1992).
El tema de la improvisación en escena, algunas referencias al teatro griego como fundamento de su decisión de hacer participar al público con preguntas durante la función, fueron algunos conceptos con los que el protagonista de “Un domingo cualquiera", de Oliver Stone, cerró la noche, luego de más de dos horas de show.