Las clases se reiniciaron hoy en el sector primario y secundario, en tanto el nivel terciario "se reintegrará en dos o tres semanas", afirmaron las autoridades del colegio, porque aún faltan habilitar algunas áreas.

"Los técnicos dicen que las condiciones de seguriadad y habitabilidad son las necesarias para que podamos funcionar", destacó la rectora de la escuela, Raquel Papalardo, durante el acto de inicio.

Al ingresar nuevamente al colegio, los estudiantes, docentes y gran cantidad de padres sintieron que culminaban tres meses de angustias y reclamos, aunque mantenían una actitud expectante por las obras que faltan realizar.

De esta manera, las clases se reiniciaron solamente en "las aulas de la parte histórica del edificio", reafirmó el integrante del Centro de Estudiantes, Felipe Vega, quien aclaró que "aún permanece cerrado el acceso a uno de los patios, donde los padres señalaron que hay problemas en los techos".

No obstante, los estudiantes escucharon con alegría y tranquilidad las palabras de la rectora cuando leyó el acta de habilitación de la escuela firmado por la Dirección General de Infraestructura del gobierno porteño.

La habilitación "está avalada por el Consejo Profesional de Ingenieros Mecánicos y Eléctricos (COPIME) y por la Facultad de Ingeniería de la UBA", aseguró Papalardo.

En este sentido, la rectora confirmó que entregaron "el edificio central histórico, la planta alta y la planta baja, falta un sector del ala que da a la calle Moreno y el de la calle Alsina, por eso no comienzan hoy los terciarios".

Asimismo, confirmó que si bien "el patio de la cantina está liberado al servicio, el patio externo no se pudo terminar por el mal tiempo, pero dentro de dos días podrá ser usado por todos los alumnos".

En tanto, una de las mamás, Irene Faifermager, aseguró que "este es un día muy importante pero no estamos conformes porque falta todavía habilitar una parte del colegio".

"No obstante -enfatizó- el objetivo que nos fijamos era que los chicos puedan terminar el año acá".

Papalardo expresó: "mi sensación es de tranquilidad", aunque estimó que "hay algunos papás que no quedaron demasiado conformes con la decisión de la UBA, porque la universidad es inspector externo pero no hace la supervisión de la obra".

La rectora consideró que esta situación por la que atravesó el colegio alteró el dictado de clases y produjo un "costo institucional muy grande, por eso hablé de que hay que comprometerse para poder resolver y llegar a fin de año con las mejores condiciones".

El edificio se cerró el 3 de junio pasado, cuando se cayó el cielorraso de una de las 32 aulas, con el objetivo de poner en condiciones las instalaciones en un lapso que no se cumplió en reiteradas oportunidades.

En todo este tiempo, los 3.000 alumnos del Acosta tomaron clases en once sedes aportadas por otros establecimientos educativos.

Los incumplimientos de las fechas estipuladas para la reanudación de las clases en el edificio de Balvanera y la dispersión de alumnos y docentes en distintas sedes ocasionó permanenetes reclamos de los alumnos, docentes y padres.