La huelga de este jueves registró un índice histórico de movilización en los ferrocarriles, con más de 73% de huelguistas, superior al conflicto de 1995, que provocó el caos durante tres semanas.

Dicho movimiento llevó al gobierno de la época a echar pie atrás en el proyecto de reforma de los regímenes especiales de jubilación.

Este jueves el tráfico ferroviario era casi inexistente y las perturbaciones podrían prolongarse mañana viernes, mientras el jueves en la tarde los sindicatos discutían para lograr un acuerdo en ese sentido.

Al menos tres sindicatos, entre ellos los de los conductores, habían votado la continuación del movimiento.

En París y la región parisina, donde el transporte colectivo estuvo prácticamente paralizado este jueves, el tráfico de buses, tranvías, metros y al menos dos líneas de trenes suburbanos se mantendrá muy perturbado el viernes, anunció la administración de estos servicios (RATP).

En los sectores de la energía, EDF (electricidad) y GDF (gas), más de la mitad de trabajadores acató el paro, según la dirección. Este porcentaje, según los sindicatos, alcanzó entre un 60% y un 90%.

Otros sectores no implicados por los regímenes especiales de retiro participaron en el movimiento en menor proporción, como la función pública, correos y telecomunicaciones (entre 7% y 15%) y la educación (menos de 10%).

De todas maneras y en general, los sindicatos estimaron haber marcado un punto en su primer pulseo con el presidente Nicolas Sarkozy.

Decenas de miles de personas manifestaron en las calles de las grandes ciudades francesas y en París, donde eran unas 25.O00, según fuentes sindicales.

Bernard Thibault, líder de la CGT, las más importante central sindical francesa, dijo desear que el gobierno haya "comprendido el mensaje" y que el próximo encuentro con el ministro del Trabajo "tenga reales márgenes de negociación y no sea un encuentro para que nos explique una vez más una reforma con la que no estamos de acuerdo".

El ministro del Trabajo, Xavier Bertrand, se declaró "dispuesto a recibir" a los las organizaciones sindicales "a partir de la semana próxima".

Sin embargo, el gobierno reiteró que no cederá en lo esencial de la reforma, el aumento del tiempo de cotización para la jubilación de 37,5 años a 40.

Nicolas Sarkozy, que no se pronunció sobre la cuestión este jueves, parece estar convencido que esta vez no ocurrirá como en 1995, en que el gobierno, enfrentado a un cuestionamiento similar, debió ceder finalmente.

Su argumento es que esta vez una mayoría de franceses desea haya una reforma de los regímenes especiales.

Según lo expresado en las pancartas de numerosos manifestantes este jueves en la tarde, si de reforma se trata, ésta debe hacerse en el sentido de mejorar la condiciones de la mayoría, es decir alinear el tiempo de cotizaciones para poder jubilarse con el de los regímenes especiales.

De todas maneras, las organizaciones sindicales consideran que este proyecto de reforma es el preludio a un cuestionamiento del régimen general de jubilaciones que culminará con una baja de todas las pensiones.

En tanto Nicolas Sarkozy enfrentaba su primera prueba de fuerza importante con los sindicatos, la Presidencia anunció por etapas, primero la separación y luego el divorcio de su esposa Cecilia.

"¿Simple coicidencia?" se preguntó el Partido Socialista el que "el Elíseo elija este jueves, día de fuerte movilización social" para informar el fin del matrimonio Sarkozy.

Fuente: AFP