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Mientras la muerte de Osama Bin Laden provocaba en Occidente una oleada de felicitaciones y elogios a los servicios norteamericanos de inteligencia, la organización palestina Hamas denunció "el asesinato de un combatiente islámico", los Hermanos Musulmanes en Egipto pidieron al gobierno norteamericano que actúe en consecuencia y abandoné Irak y Afganistán, y el gobierno palestino en Ramallah, encabezado por Mahmud Abbas, e Israel celebraron.
En Gaza, Hamas calificó el hecho como un nuevo ejemplo de la "política de atrocidades de Estados Unidos contra el mundo árabe. Denunciamos el asesinato de un muyahidín musulmán (combatiente islámico)", dijo el primer ministro del grupo radical, Ismail Haniyeh.
La operación norteamericana en suelo paquistaní es una "continuación de la política americana de atrocidades y de opresión y el derrame de la sangre musulmana", resumió Haniyeh.
En la otra ciudad palestina, el primer ministro en Cisjordania, Salam Fayyad, aplaudió la operación norteamericana y afirmó que la muerte de Bin Laden "marca el final de una vida dedicada al terror y la destrucción".
La reacción de ambas facciones palestinas choca en un momento en el que acercan posturas de cara a la firma de un acuerdo de reconciliación esta semana en El Cairo tras cuatro años de fractura y gobiernos independientes en Gaza y Cisjordania.
Desde El Cairo, los Hermanos Musulmanes lanzaron un doble mensaje a Estados Unidos. En primer lugar, consideraron que la muerte del hombre más buscado por los servicios de inteligencia estadounidense "frenará el terrorismo y eliminará una de las causas de la violencia en el mundo", pero a partir de este momento Estados Unidos debe "detener sus operaciones de inteligencia y su injerencia en asuntos internos de cualquier país árabe o musulmán", dijo el grupo.
En Israel, la noticia fue recibida como una "victoria" y un nuevo ejemplo de que "Occidente necesita tomar medidas extraordinarias para proporcionar seguridad a sus ciudadanos", dijo el viceministro de Exteriores israelí, Danny Ayalon. "Este es un día histórico", sentenció el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu.
Mientras que el presidente israelí Shimon Peres apuntó: "Este hombre era una megaasesino, mató a miles de personas inocentes, y hubiera seguido matando. Puede que no sea el fin del terrorismo y del peligro, pero un gran asesino ha recibido su justo final".
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