• SUBNOTA
Durante la cumbre del G-20, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, intentó aliviar la tensión con la brasileña Dilma Rousseff y con el mexicano Enrique Peña Nieto comprometiéndose a aclarar los informes sobre el presunto espionaje a ambos por parte de los servicios secretos estadounidenses.
Las denuncias y cruces diplomáticos se recrudecieron luego de que en el programa "Fantástico" de la TV Globo de Brasil se divulgara que la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense monitoreó los contactos de la presidenta brasileña y espió también a Peña Nieto cuando era candidato.
El tema provocó tensiones aun más fuertes entre Rousseff y Washington, por lo que el asesor de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Ben Rhodes, había adelantado que Obama mantendría una reunión "informal" con la mandataria en San Petersburgo. Obama y Rousseff se sentaron lado a lado en la primera sesión plenaria de la cumbre.
"Estamos centrados en asegurarnos de que los brasileños entiendan la naturaleza exacta de nuestro trabajo de inteligencia", había asegurado Rhodes durante el vuelo de Obama de Estocolmo a San Petersburgo. El asesor mostró su comprensión por "la importancia del tema para los brasileños".
En tanto, el presidente mexicano había anunciado durante su viaje a San Petersburgo que buscaría un encuentro "casual o formal" con Obama en la cumbre para plantearle su rechazo a las prácticas de espionaje estadounidenses. Además, Peña Nieto agregó que "de haber existido este espionaje, en conductas o en formas que no estén apegadas a derecho, evidentemente México las reprueba, las condena y demanda que haya un deslinde de responsabilidades y una investigación".
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