UNIVERSIDAD › MóNICA PINTO SERá LA PRIMERA MUJER EN ASUMIR EL DECANATO DE LA FACULTAD DE DERECHO (UBA)
En esta entrevista, la próxima decana de Derecho plantea que la facultad debe tener “una cobertura más intensa y más extensa” en su relación con la sociedad y, además, debe “llevar adelante investigaciones sobre los grandes temas nacionales”.
› Por Julián Bruschtein
Por primera vez en su historia, la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires (UBA) tendrá a una mujer al frente del decanato. Mónica Pinto, especialista en derecho internacional y ex vicedecana de la institución, será designada cuando se convoque al nuevo consejo directivo, recién electo, y accederá a la conducción de la facultad a partir de marzo de 2010. En diálogo con Página/12, explica los proyectos centrales que buscará desarrollar en Derecho.
–¿Cómo toma el hecho ser la primera mujer en llegar a la conducción de una de las instituciones más tradicionales del ámbito académico?
–En la facultad hubo mujeres que pudieron ser decanas antes que yo. No se dio, pero no sabría decir si fue porque quisieron y no las dejaron o si fue por esta suerte de inhibición que el medio plantea que no es para mujeres. Yo no tuve que pelear cuerpo a cuerpo para instalar la candidatura de una mujer en la facultad, aunque sí hubo gestos de machismo, sobre todo cuando los momentos políticos eran más sensibles, cuando se acercaban las definiciones. No fue una gran batalla, pero sí me doy cuenta de que hay que ir abriendo espacios. También creo que después de esta elección va a ser mucho más normal que aparezca una candidatura de mujer. En el vicedecanato se dio una situación parecida, yo fui la primera y la única vicedecana hasta hoy, pero una vez que uno lo instala después se van abriendo los caminos.
–Usted tuvo una carrera exitosa como abogada. ¿Debió esforzarse más de lo que se le exige a un hombre?
–Bueno, tuve las dificultades que afrontan la mayoría de las mujeres entre los 30 y los 40 años con hijos. Es un momento en que tenés un trabajo que te permite crecer en la profesión y posicionarte y te encontrás con el problema de que una mañana tus hijas se levantan con fiebre y no podés salir. Había gente a la que se lo podías decir con franqueza, pero había otra a la que te veías en la obligación de mentirle, porque si le contabas la verdad te descalificaba automáticamente. En cambio, hay miles de hombres en igual cantidad de puestos de trabajo a los que muchas veces las cosas les salen mal y nadie les plantea “hay que poner una mujer porque los hombres no sirven”.
–¿Cuál es el proyecto que piensa desarrollar en la facultad?
–La facultad hoy está bien. Aun así, en el aspecto de la enseñanza, la facultad tiene una enorme cantidad de estudiantes de un segmento alto, que es igual o mejor al de las mejores universidades del mundo. Por otro lado, tiene un pelotón del medio que es el hijo de la historia argentina: trabaja ocho horas por día, en general pertenece a una clase media que se pauperiza aunque no lo quiera. Gente que está bastante acotada a sus propios horarios. Ese grupo del medio es el que tiene una formación jurídica buena, quizá mejor que la media de otras universidades del país, pero ahí es donde hay que invertir, para que el estudiante que trabaja pueda utilizar mejor su tiempo, quizás hacer alguna parte del curso que tenga que ver con educación a distancia o a través de algún foro.
–¿Y en investigación?
–También, sin perjuicio de poder aumentar la planta de profesores con dedicación exclusiva, deberíamos poder buscar fondos y llevar adelante investigaciones sobre los grandes temas nacionales, aprovechando que la facultad forma profesionales de todo el abanico del derecho: magistrados, defensores, fiscales, abogados de grandes estudios, cabezas de ONG, lo que permite un análisis bien plural. En el área de extensión es donde hay más cosas para hacer. Es la pata de la universidad en la sociedad. En los cursos de enseñanza práctica, donde los estudiantes aprenden y al mismo tiempo, bajo la supervisión de un profesor, le brindan servicios a la sociedad, habría que hacer una cobertura más intensa y más extensa: la facultad debería tener más prácticos, así los estudiantes serían menos por curso, aprenderían mejor y le devolverían a la sociedad aún mejor la inversión que hace la UBA. Además, me gustaría insertar más a la facultad en el ámbito internacional; la UBA da para mucho en este sentido y puede participar mucho más de lo que lo está haciendo ahora.
–¿Piensa en modificaciones para los planes de estudios?
–Rearmar el plan de estudios no lo creo por ahora. El enfoque básico debe centrarse en educación básica sólida, compromiso social, defensa de los derechos humanos, admisión de la pluralidad y no pensar que ésta es la sociedad del código de Vélez Sarsfield, que se continúa aplicando a una sociedad que fue mutando. Esto debe venir acompañado por la conciencia de que estamos en un mundo de diversidades culturales y étnicas. La enseñanza del derecho tiene que expresar un gran compromiso social. Las facultades de Derecho somos las únicas proveedoras del recurso humano de uno de los tres poderes del Estado.
–El actual decano, Atilio Alterini, fue rechazado por los estudiantes cuando era candidato a rector de la UBA por haber tenido un cargo judicial durante la dictadura...
–No me resulta agradable lo que le pasó a Atilio, porque creo que más allá o más acá las cosas que uno hace en la vida hay formas de rendir cuentas y hay otras en las que la rendición de cuentas cuesta verla en el contexto. La mía es una generación que tuvo una peor formación en derecho que la de él, porque estuvimos a caballo de épocas muy activas. Yo me recibí en el ’75, y de algún modo tenía una única opción: o te acomodabas a los cambios o perdías.
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