Mar 29.07.2003

UNIVERSIDAD

¿Elegir carrera por vocación o por las necesidades del país?

Tras las declaraciones del ministro Filmus, la comunidad universitaria debate sobre la orientación del ingreso y la matrícula.

› Por Javier Lorca

Apoyos y disensos generaron en la comunidad universitaria las declaraciones del ministro de Educación. En una entrevista publicada ayer por este diario, Daniel Filmus subrayó que el Gobierno debería demandarle a la universidad los profesionales que precisa el país para desarrollarse. Los actores del sistema universitario consultados por Página/12 avalaron, en general, la necesidad de orientar la matrícula e incrementar la cantidad de graduados en ciencias duras e ingenierías, pero adelantaron su resistencia a la instrumentación de cupos o exámenes de ingreso. La mayor oposición surgió entre los estudiantes.
“Si el Gobierno no tiene autoridad para decirle a la universidad lo que necesita, está en un problema –había dicho Filmus–. Si el país no tiene ninguna demanda, la autonomía universitaria permite que cada uno elija cualquier cosa. Ahora si el país tiene demanda, tiene que asegurarse que las universidades formen en determinadas disciplinas.” Se refería a la necesidad de potenciar una formación profesional y laboral “muy vinculada a la demanda de un país en crecimiento” para producir y exportar con valor agregado. El ministro aclaró que no se trata de restringir el ingreso, pero alertó sobre el desequilibrio entre las carreras elegidas por los estudiantes: muy pocos optan por las ciencias duras y las ingenierías, fundamentales para el desarrollo industrial, mientras muchos eligen ciencias sociales y humanidades.
El desglose de los ingresantes en la universidad más grande del país, la UBA, ilustra ese desequilibrio. Para cursar este año se anotaron en el Ciclo Básico Común 71 mil estudiantes. La mayoría optó por carreras tradicionales como medicina (el 10,4 por ciento) y abogacía (10 por ciento). Casi la misma cantidad se inscribió en psicología (9 por ciento) y debajo se ubicaron contador público (6,15), administración (5,8) y ciencias de la comunicación (4,9). Mucho más abajo aparecen las ingenierías: el 3,1 por ciento se anotó en informática; el 1,1 en electrónica; el 0,9 en industrial; el 0,6 en mecánica; el 0,5 en civil; el 0,4 en química, y el 0,1 en naval.
“Tal como funciona, la universidad es neoliberal. Hay un mercado, que son los estudiantes, y de acuerdo con lo que ellos quieren la universidad corre a buscar profesores de esa disciplina. Sin importar que las necesidades prioritarias del país sean otras”, acordó Pablo Jacovkis, decano de Ciencias Exactas (UBA). “Hace tiempo que sostengo que hay que orientar más alumnos hacia las carreras científico tecnológicas. Entre las muchas banderas que el progresismo le cedió a la derecha está la planificación. No puede ser que en un país como el nuestro haya tan pocos alumnos en ingeniería, exactas, agronomía y veterinaria.” Para el ex presidente del Conicet, hay que encarar una política gradual de reorientación de la matrícula, mediante incentivos, facilidades y becas para que los estudiantes se vuelquen a las ciencias duras: “Muchos no siguen carreras científicas porque no tienen información. Creen que si estudian en Ciencias Exactas se van a morir de hambre y no es cierto. Hay salidas profesionales muy interesantes, por ejemplo, en computación, oceanografía o geología”, detalló.
El rector de la Universidad Nacional de Rosario, Ricardo Suárez, se definió “de acuerdo con el planteo de Filmus, pero en desacuerdo con la planificación del ingreso... No hay un proyecto de país, no hay proyecto educativo. Así la universidad no puede definir un modelo. Como mucho, puede vincularse a las necesidades regionales, pero sin poner escollos a otras carreras”. Tras indicar que también en Rosario hay superabundancia de alumnos en las disciplinas tradicionales, Suárez aclaró que se opone a los exámenes de ingreso y que “hay que respetar la vocación de los estudiantes”.
Estos últimos, justamente, resultaron los más alejados de la propuesta ministerial. “En lo conceptual, creemos que la universidad debe insertarseen un proyecto de país y formar graduados en función de sus necesidades, debería ponerse al servicio del pueblo. Pero en la coyuntura actual, con los permanentes avances que hay contra la educación pública, vamos a defender la autonomía frente a los intentos de adecuar la universidad al mercado. También vamos a defender el derecho de todos los estudiantes a estudiar lo que quieran”, avisó Inés Iglesias, vicepresidenta de la Federación Universitaria de La Plata. Y el titular de la Federación de Buenos Aires (FUBA), Santiago Gima, estimó que “el problema no es que los estudiantes elijan mal, sino que no hay ingenieros por la bancarrota general de la industria”. Sospechó que “en el fondo hay una línea de reforma para que el Estado se haga cargo de las ciencias duras, que son las carreras más caras, mientras se favorece una progresiva privatización de las carreras masivas, que no requieren inversión”.

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