UNIVERSIDAD › EL DECANO DE MEDICINA (UBA) PROMUEVE CAMBIOS EN EL CICLO DE INGRESO A SU FACULTAD
En esta entrevista, Sergio Provenzano plantea la necesidad de modificar el Ciclo Básico e incorporar contenidos más ligados a las ciencias de la salud, con lo que se podría acortar la carrera.
La medicina, sostiene el decano de la Facultad de Medicina (UBA), Sergio Provenzano, cambia constantemente y atravesó muchas transformaciones en los últimos años. No obstante, esas modificaciones no se vieron reflejadas en el primer año de la carrera, el Ciclo Básico Común –el año inicial para todas las carreras que dicta la UBA–. Pese a que Provenzano apoyó la creación del ciclo de ingreso a mediados de los ’80, ahora lo califica como “una gran entelequia que ha crecido pero que no ha modificado sus contenidos”. Por eso, promueve una serie de cambios en las materias que deben cursar los alumnos que aspiran a seguir carreras vinculadas con las ciencias de la salud y, con esas mismas modificaciones, aspira a que la carrera de Medicina pueda acortarse un año.
Actualmente, la Facultad de Medicina tiene más de 35 mil alumnos, distribuidos entre todas sus carreras: licenciaturas (Medicina, Fonoaudiología, Kinesiología, Nutrición, Enfermería, Bioimágenes y Obstetricia) y tecnicaturas (Radiología, Podología, Hemoterapia, Instrumentación quirúrgica y Cosmetología). En el CBC hay 10.700 estudiantes que buscan ingresar a la institución. “Tenemos un ingreso de más o menos unos tres mil alumnos sólo para la carrera de Medicina”, puntualiza el decano.
Los alumnos de Medicina enfrentan un año de ciclo básico y, según el plan de estudios, seis de carrera. En promedio, tardan entre ocho y diez años en recibirse, sin contar los tres años de residencia y los cinco que lleva una especialidad. Si alguien entró a los 18 en la facultad, puede llegar a los 30 sin haber concluido el camino. Pese a la cantidad de estudiantes, al cuarto año de la carrera sólo llega el 40 por ciento de los que empezaron.
–Cambió mucho la medicina y quizás el CBC no se adaptó a la realidad o a las situaciones que fueron pasando. Ahora es una gran entelequia que ha crecido, pero no ha modificado sus contenidos. No tenemos una inserción en el CBC y quizá las cosas que los chicos aprenden ahí a nosotros no nos sirven. Tenemos que repetir los conceptos y pierden un año. Ahora nuestra tarea concreta es reformular las materias, pensar en aquellas que pueden ser modificadas.
–Tenemos la idea de que (la materia) Sociedad y Estado se llame Sociedad y Salud. Me preocupa muchísimo que nosotros no enseñamos el tema de los derechos de las personas. Por ejemplo, derecho y género es un tema cotidiano y que no tenemos insertado en la currícula en forma coordinada. Es una temática de todos los días. Sería un comienzo, para dar una base, y podemos hacer partícipes a las facultades de Odontología, Farmacia, Psicología, todo lo que tenga que ver con temas de salud. A partir de ahí se puede en los cursos de la carrera ir insertando contenidos y mantener un diálogo sobre esos temas. Estamos trabajando también en que Introducción al Pensamiento Científico sea más algo relacionado con estadística y metodología de la investigación. Estamos evaluando cómo modificamos el programa de Química del CBC, porque tiene mucha química inorgánica y no nos sirve. Necesitamos química orgánica. Necesitamos física médica. Esto nos permitiría acortar en un cuatrimestre el segundo año de la carrera. Si se puede bajar al CBC una materia de biología y agregar genética se podría ahorrar otro cuatrimestre en la facultad. Quizás así se podría achicar un año de la carrera.
Las modificaciones en el CBC forman parte de una serie de cambios que promueven las autoridades académicas, entre los que también se encuentra un nuevo impulso para el resto de la oferta académica que alberga la Facultad de Medicina. En la institución, dice Provenzano, están analizando cuáles son los nichos donde hace falta formar recursos humanos y cómo mejorar esa capacitación. En la última entrega de diplomas, se graduaron 860 médicos y sólo 29 enfermeros universitarios y unos diez o doce licenciados en Enfermería. “Tendría que haber cinco enfermeros por cada profesional médico”, subraya.
La idea de fondo, explica el decano, es generar las condiciones para que se puedan conformar equipos de salud capaces de establecer relaciones positivas para los pacientes, equipos integrados en forma inter y multidisciplinaria con médicos, kinesiólogos, nutricionistas, psicólogos y enfermeros, entre otros profesionales. No obstante, parece difícil luchar contra una cultura que históricamente concibió a la figura del médico como sinónimo de ascenso social, desde los inmigrantes que querían ver a sus hijos recibidos. “Sembraban trigo y cosechaban doctores”, describe Provenzano. Pero es lo que no debería suceder actualmente, agrega.
–Si se abre la universidad, si vamos a la comunidad, si hacemos voluntariado, programas como control de vacunación en zonas vulnerables, alejadas de la facultad, se va metiendo la universidad en la comunidad. La facultad es mucho más que Medicina. A la vez, tenemos que analizar y evaluar de qué manera podemos garantizar que los estudiantes que ingresan puedan tener una salida más simple que les permita integrarse al mercado laboral rápidamente, de qué manera podemos guiarlos a que hagan licenciaturas o tecnicaturas. Un buen enfermero o enfermera garantiza que una medicación sea aplicada de la forma correcta, que el paciente esté acompañado cuando lo necesita. Hay que buscar despertar la inquietud en ellos, para que en lugar de estacionarse en tercer año tengan la posibilidad de dar una prestación de alguna manera. Tenemos que ser creativos.
Informe: Aldana Vales.
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