UNIVERSIDAD › OPINIóN
› Por Aníbal Jozami *
La Universidad Nacional de Tres de Febrero distinguió con el título de Doctor Honoris Causa a Mariam Cortas de Said y Edward Said (p.m.), en reconocimiento por la contribución que sus obras significaron a la construcción de nuevas corrientes de pensamiento en las ciencias humanas, los derechos humanos, por su lucha contra la discriminación.
Edward Said fue uno de los más brillantes intelectuales del siglo XX; promovió ideales de paz, justicia y memoria, que nuestra universidad comparte. Said desplegó un estudio de la cultura teniendo en cuenta las desiguales relaciones de poder. Afirmó que “la cultura no es nunca cuestión de propiedad, de tomar y prestar con garantías y avales, sino más bien de apropiaciones, experiencias comunes e interdependencias de toda clase entre diferentes culturas; la cultura puede ser un auténtico campo de batalla”. En sus obras Orientalismo (1978) y Cultura e imperio (1996) deconstruyó la dicotomía Occidente-Oriente y analizó el tipo de relaciones culturales que instalan esta dualidad, señalando la violencia del imperialismo en todas sus formas (económica, política, ideológica, cultural). Así, la cultura aparece localizada en espacio y tiempo, atravesada por la coyuntura histórica y las relaciones de poder que en cada caso se traban. Hizo particular hincapié en las estructuras coloniales como constitutivas de sistemas de pensar y construir conocimiento de “nosotros” y los “otros”, incluso cuando el “nosotros” corresponde al lugar de la enunciación del “otro-no occidental” que convierte en “otro” a Occidente.
Como dijo en Orientalismo: “Oriente no es sólo el vecino inmediato de Europa, es también la región en la que Europa ha creado sus colonias más grandes, ricas y antiguas, es la fuente de sus civilizaciones y sus lenguas, su contrincante cultural y una de sus imágenes más profundas y repetidas de lo Otro”. La concepción de la cultura móvil, de convergencias y divergencias, emerge de la realidad de quienes habitan entre varios mundos o al menos “entre dos mundos”, como se definió Said en su autobiografía. Y agregó, pensando en su formación, que “aunque me enseñaron a creer y pensar como alumno inglés, también me enseñaron a comprender que era extranjero, un Otro no europeo, educado por mis superiores a entender mi condición y no aspirar a ser británico”. Es esta doble perspectiva la que lo condujo a la formación, junto a Daniel Barenboim (Doctor Honoris Causa de la Untref 2005), de la Fundación Barenboim-Said y de la orquesta West-Eastern Divan, donde construyeron líneas de diálogo y cooperación entre palestinos e israelíes.
Por último, queremos destacar la concepción de intelectual que nos legó Said, como uno de sus grandes aportes para pensar nuestra tarea académica de todos los días: “Básicamente, el intelectual, en el sentido que yo le doy a esta palabra, no es ni un pacificador ni un fabricante de consenso, sino más bien alguien que ha apostado con todo su ser a favor del sentido crítico, y que por lo tanto se niega a aceptar fórmulas fáciles, o las confirmaciones tranquilizadoras de lo que tiene que decir el poderoso o convencional, así como lo que éstos hacen. No se trata de cuestionar siempre la política del gobierno, sino más bien de la vocación intelectual como actitud de constante vigilancia, como disposición permanente a no permitir que sean las medias verdades o las ideas comúnmente aceptadas las que gobiernen el propio caminar”.
* Rector de la Universidad Nacional de Tres de Febrero.
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