Sáb 25.04.2015

UNIVERSIDAD  › LA UNA Y FILO EN LA BIENAL DE PERFORMANCE

Del arte y la academia

La rectora de la Universidad del Arte, Sandra Torlucci, y la directora académica de la Bienal, Susana Tambutti, reflexionan sobre la performance y sus potencialidades en la universidad.

Cuarenta y tres estudiantes desaparecen en Ayotzinapa, México, y cuarenta y tres pupitres vacíos son dispuestos en diferentes universidades de Latinoamérica para dar volumen a la ausencia. Un artista quiere revivir lo que sintió Eva Perón en su discurso de despedida frente a los trabajadores e invita a permanecer un minuto en el balcón de la Casa Rosada, a invocar aquella fiebre. Los vidrios de la fachada de la Casa Nacional del Bicentenario son sustituidos por parlantes que emiten sonidos captados en el interior del edificio, con el fin de reformular las relaciones entre adentro y afuera. Todas estas acciones podrían ser englobadas bajo la categoría de performance y, sin embargo, ninguna podría explicar lo que es una performance. “Cuando decís lo que es algo, de alguna manera estás buscando una definición, ponerle un final a eso de lo que estás hablando, y performance es un término conflictivo que se puede rodear, asediar, pero no se puede fijar”, explica Susana Tambutti, reconocida coreógrafa y directora académica de la Bienal de Performance 2015 (BP15), el primer evento de este tipo que se organiza en el país, que desplegará su nutrido programa en diferentes sedes desde el próximo lunes hasta el 27 de junio.

Por un lado, el evento contará con la presencia de artistas consagrados en la historia del arte performance y expresiones afines (entre ellos, la renombrada serbia Marina Abramovic), que presentarán trabajos, algunos inéditos. Por otro lado, los organizadores dieron forma –no sin protestar contra las necesarias divisiones a las que obliga un programa inteligible– a un área académica, impulsada por la Universidad Nacional de las Artes (UNA) en coproducción con la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), que ofrecerá seminarios, conferencias, encrucijadas y workshops donde teoría y práctica marcarán mancomunadamente el rumbo. La mayoría de las actividades son gratuitas, varias requieren inscripción previa (consultar en la web http://bp15.org).

En diálogo con Página/12, la directora académica de la BP15 y la rectora de la UNA, Sandra Torlucci, reflexionan sobre esta vertiente nebulosa del arte y sus potencialidades al interior de la universidad.

–¿La lógica de la performance (ausencia de límites fijos, intraducibilidad, fugacidad, introducción del cuerpo) entra en contradicción con la lógica de la academia?

Torlucci: –Si hablamos de contradicción, yo diría que sí, pero en realidad una academia en artes no debería temer a la contradicción, porque sin contradicción no podría directamente existir el artista. Un artista está todo el tiempo luchando contra la no cristalización, aunque sea dentro de una disciplina. Es muy del positivismo plantear la contradicción como algo negativo.

–¿La doble articulación de la Bienal, artística y académica, intenta abordar de un modo más completo la complejidad de la performance?

Tambutti: –Claro, porque es imposible realizar un acto performático sin concepto. Es un acto que además incluye una reflexión y justamente la característica de este evento es que es poroso. Son permeables los ámbitos en el sentido de que hay seminarios de doctorado y hay workshops, y la gente se mezcla. Cuando armamos el programa con Graciela (Casabé, directora del evento), nos molestaba un poco y no podíamos resolver esto de la sección artística por un lado y la sección académica por otro. Esto es como el lenguaje, que ya de por sí te encasilla. Pero estuvimos de acuerdo en que en la sección académica la UNA presente aunque sea alguna cosa artística, y ahí está Eli Sirlin con una instalación (La máquina Hölderlin) y Leandro Tartaglia, que es un artista. En el programa académico están la carne y el hueso, todo junto. Muestra esta idea de que hay artistas trabajando dentro de la academia y académicos que son artistas.

Torlucci: –Juntarnos con la UBA para la oferta de seminarios de doctorado fue otra cosa que nos pareció importante para no determinar que hay universidades que se dedican a lo teórico y universidades que se dedican nada más que a la práctica del arte. Por eso ideamos esta propuesta, que refuncionaliza la universidad, vuelve a cambiar el límite académico, permite pensarnos. Y a la vez, la bienal precisaba una espacio donde poner de alguna manera un código, para poder hablar, porque a fin de cuentas todo el mundo te pregunta qué es una performance.

–¿Puede pensarse a la performance como una herramienta de aproximación a los problemas sociales y de construcción de conocimiento?

Tambutti: –Sí, es una herramienta metodológica, de análisis. Es muy claro en su relación con la historia, con la idea de archivo. Por un lado, está esa lógica de archivo como un lugar que ocupa un espacio físico y establece principios documentales estables; tenés que pedir hora, consultar, como una biblioteca. Y por otro lado está esta otra herramienta para meterse en la historia que la performance propone, que es un acercamiento absolutamente contrario a la idea de capturar algo que es el original y reproducirlo tal cual. Es un pasado que actúa sobre el presente y sigue su curso.

Informe: Delfina Torres Cabreros.

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