UNIVERSIDAD › ENTREVISTA A LAS ACTIVISTAS ESPAÑOLAS URKO Y MAJO PULIDO, DEL GRUPO POST-OP
Antes del debate que despertó la intervención del Grupo Post-Op en Sociales, Urko y Majo Pulido explicaron a Página/12 los propósitos de sus performances. “El posporno está hecho por quienes hasta ahora estábamos mostradas de un modo comercial”, dicen.
› Por Sergio Kisielewsky
Investigan temáticas de género, sexualidad y pospornografía desde una perspectiva transfeminista, plantean la resexualización del espacio público a través de lo que llaman prácticas no normativas. Mostraron su obra en el Museo Reina Sofía, en el Museu de Art Contemporani de Barcelona y el Centro Pompidou de París. Urko y Majo Pulido estudiaron Bellas Artes en su país, España, y desde 2003 integran el Grupo Post-Op, que lleva a cabo talleres, videos, instalaciones y performances en espacios públicos y autogestinados. Durante el último mes participaron en Buenos Aires de la Bienal de Performance, con presentaciones en la Casa del Bicentenario y en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Antes de la controversia generada por la actividad que protagonizaron en Sociales, Urko y Majo dialogaron con Página/12 sobre sus ideas y los objetivos de sus prácticas.
–¿Qué es la pospornografía?
Urko: –No hay una discusión cerrada sobre el término, pero para nosotras es una reacción de ciertos feminismos relacionados con feminismo pro sexos, feminismos queer o transfeminismos, una reacción ante la toma de conciencia de que el porno comercial o el porno mainstream es un porno que está perpetuando los estereotipos de sexo de género, nos está diciendo qué es lo que es sexo, qué es lo que no, cómo deben ser los cuerpos de los hombres y las mujeres, nos está hablando también de un sistema binario y nos habla de un montón de cuerpos que aparecen invisibilizados dentro de la publicidad comercial. Ante esto podemos tomar una posición abolicionista, pero nuestra posición es mucho más práctica: tal como decía Paul Preciado, la pornografía es un arma demasiado poderosa para dejarla en manos de otros; entonces apropiémonos de esta arma, apropiémonos de estos medios de producción y generemos nuestro propio porno, generemos un nuevo imaginario que hable de otras prácticas y de otro cuerpos más cercanos a nuestros intereses. El posporno está hecho en primera persona por quienes hasta ahora estábamos invisibilizadas o mostradas de un modo comercial, es decir, marimachos afeminados, personas con diversidad funcional, personas gordas o transmasculinas o transfemeninas, por ejemplo.
–¿Qué significa la pornografía en el contexto de la sociedad capitalista?
U.: –La pornografía regula los cuerpos y, si es legal en muchos países, es porque interesa desde los poderes, porque nos está acotando la sexualidad con unos parámetros muy concretos y está reforzando uno de los pilares fundamentales de la sociedad capitalista, que sería la familia nuclear y el predominio del patriarcado.
Majo Pulido: –En cambio, en la pospornografía entran todos cuerpos que no encajan en los estándares de normalidad corporal, todos los cuerpos que no encajan en los parámetros de producción capitalista, ahí están los cuerpos trans, los cuerpos tullidos...
U. : –Vivimos en una sociedad que valora más unos cuerpos que otros en base a su capacidad productiva y hay ciertos cuerpos que quedamos fuera.
–¿El que genera ganancias y rating en determinados programas de TV?
U.: –Hay ciertos cuerpos que son leídos como menos válidos para el capital, ahí están todos los cuerpos de personas con discapacidad funcional, con diversidad psíquica, las personas que son leídas como cuerpos gordos, cuerpos enfermos, y por cultura las personas que no encajamos en el sistema binario hombre-mujer, porque podemos atentar contra uno de los pilares fundamentales de la sociedad capitalista que es la sociedad nuclear.
–Ustedes hablan de la resexualizar el espacio público, ¿de qué manera?
U.: –Desde hace unos diez años, las políticas sobre el espacio público han comenzado a ser súper restrictivas, sobre todo en la ciudad donde más nos movemos, que es Barcelona.
–¿En qué sentido?
U.: –El espacio público ya no es un espacio de goce y de disfrute ni es un espacio en el que tú puedas intervenir, es un espacio de paso, de consumo, de shopping, hecho para los turistas europeos, norteamericanos. Por ejemplo, en los parques no se puede cocinar, no se puede beber, no se puede tocar ningún instrumento, no sirve para nada así el espacio público. Todo tipo de intervención artística en el espacio público está totalmente controlada y sólo puedes ver arte en los espacios donde pagas por ello, solamente puedes consumir y beber donde también pagas por ello.
M. P.: –La idea es limpiar la ciudad convertirla para el turista, han eliminado toda forma de prostitución.
U.: –Las trabajadoras sexuales no pueden trabajar en la calle y nuestra estrategia de resexualizar la ciudad es a través de distintas prácticas, como el ecosex o el urbasex.
–¿Qué significa?
U.: –Ecosex significa intentar tomar los parques y jardines y hacer prácticas más o menos sexuales con toda la naturaleza o con tus amigas y la naturaleza. El ecosex es una estrategia ecologista, es un planteo que dice que, si hasta ahora hemos considerado a la naturaleza como la madre tierra, ahora vamos a pensarla como nuestra amante, con alguien que podamos disfrutar sexualmente con algo pactado. De alguna manera vamos a cuidar más el planeta... Nos parece una buena manera para resexualizar los espacios públicos. Cuando dices que eres ecosex no estás diciendo que eres hombre o mujer ni la genitalidad que tienes, sino que te gusta disfrutar con la naturaleza, que te gusta tener prácticas con la arena, con el mar tener conciencia del calor, del frío, puedes compartirlo...
–¿Se habla de sexualidad como una creación artística entre lo público y lo privado?
U.: –Nuestra sexualidad la vemos como una práctica artística, no hay una línea tan marcada entre lo público y lo privado. Para nosotros es fundamental politizar lo privado, nuestra sexualidad, sacarla a la luz. Lo personal es político.
–Y el tema del pudor, ¿cómo se incluye en esa práctica?
U.: –Nosotras no estamos pensando en quién nos ve, hemos llegado a tener suficiente empoderamiento al momento de hacer cualquier acción en el espacio público para sentirnos libres y no pensar en el otro. El tema del pudor es que esto no ocurre de un día para otro; para que una persona se sienta empoderada y fuerte para mostrar su sexualidad en un espacio público hay que crear espacios y posibilidades para esos cuerpos.
–¿De qué manera lo crearon?
U.: –En nuestros talleres posporno creamos espacios en que se empoderen los cuerpos que han sido leídos durante mucho tiempo como cuerpos que no encajan en los parámetros de normalidad corporal. En nuestros talleres generamos un imaginario donde se empoderen esas partes del cuerpo que leemos como partes incómodas o abyectas, a través de una serie de ejercicios de desinhibición o través de imágenes. Lo que logramos es mostrar de una manera deseable y deseante nuestros cuerpos que hasta entonces podíamos ver como abyectos, como esas partes del cuerpo que había que esconder.
–¿Cómo se manifiesta lo que ustedes denominan acción directa?
M. P.: –Nosotros éramos posporno antes de conocer la palabra posporno y antes de crear el colectivo de Post-Op. A veces hacemos acción directa sin darnos cuenta porque es nuestra manera de vivir, y otras veces hacemos acción directa planteada como una manera de crear activismo, intervenciones a través de la creación artística, que es de donde venimos.
–¿Cómo son las instalaciones que realizan en el plano artístico?
U.: –Nosotras llevamos doce años como activistas algo que empezó como performance, porque nos parecía fundamental llevar toda esa serie de inquietudes en cuanto a los cuerpos que no encajan, en cuanto a las identidades que se salen del sistema binario hombre-mujer, lo que sería las sexualidades disidentes.
M. P.: –Todas estas inclinaciones estaban en lo académico o en lo alternativo en centros sociales o en lo institucional o en lo más under y no se conectaban, y nosotras habíamos estudiado Bellas Artes.
–Una mixtura...
U.: –Empezamos con un grupo de performance y lo ampliamos con video, creaciones, instalaciones, intentamos sexualizar espacios tanto teóricos como espacios nocturnos de fiestas. Trabajamos mucho con las prótesis, sexualizar cualquier tipo de objeto, y lo que hacemos es invitar a la gente que viene a esa fiesta, a la presentación de un libro, a jugar en ese espacio con nosotras.
–En una sociedad que privilegia el lucro y la manipulación del deseo en gran escala, ¿cómo sienten que es recibida su propuesta?
M. P.: –El sistema no sólo regula los cuerpos, sino que regula las prácticas y es perverso, nosotros formamos parte de lo monstruoso... de todo lo que no encaja. Nosotros nos reivindicamos desde lo monstruoso, como monstruas empoderadas que les gusta mostrar su sexualidad, como monstruas deseables y deseantes. Para nosotros es importante nombrarnos desde el insulto, por eso utilizamos la palabra tullido marimacho, es importante apropiarnos del insulto para que pierda su poder como insulto, nombras desde ahí y pierde su connotación negativa.
–Insisto, ¿cómo sienten que repercute en el que ve la acción directa o las performances?
U.: –Genera confusión, que es lo que nos interesa. Si los cuerpos que se ven son cuerpos trans, que no encajan en un sistema femenino-masculino, te genera cierto desasosiego, porque no puedes catalogarlo, y te hace plantearte hasta qué punto esas categorías que te han vendido como verdaderas e inamovibles son ciertas, y cuestionarte también tu propio deseo.
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