Mar 15.06.2004

UNIVERSIDAD  › OPINION

El espíritu reformista

Por Raúl Sánchez *

El movimiento de la Reforma Universitaria de 1918 mostró al mundo una nueva concepción de la educación, una forma diferente de difundir la cultura y una manera distinta de construir conocimiento. Tuvo una importancia trascendental para terminar con los resabios de la vieja sociedad oligárquica, y transformó la universidad del oscurantismo y el elitismo en una universidad democrática, pluralista y abierta a la sociedad. Más allá de las propuestas innovadoras de la Reforma hacia dentro de la universidad, que hoy tienen plena vigencia, lo que debemos rescatar es su espíritu, de rebeldía consciente, de servicio permanente, de esfuerzo intelectual y moral, de innovación, de búsqueda de la verdad, de solidaridad.
Seis años atrás, decíamos desde la FUA: “Hace falta más reforma universitaria para terminar con los dolores que quedan”. Lamentablemente, la realidad de la universidad pública argentina y del movimiento estudiantil permite verificar que poco se rescata de ese espíritu reformista. La Universidad tiene una profunda crisis. No se plantea seriamente hacia su interior una discusión sobre qué personas forma, ni qué profesionales capacita; lejos está de ser una institución donde se integre a los miembros de una sociedad fragmentada, perdió capacidad de análisis crítico y de estudio, no se forman docentes, se nos van los investigadores. No es sólo una crisis presupuestaria, es una crisis de objetivos y escasez de ideas. Muchas veces ni pretende hacerse cargo de los problemas del sistema educativo, porque los fracasos en el ingreso y la deserción en los primeros años son producto de la pésima formación del secundario. Pero, ¿qué se hace desde la universidad para ayudar a solucionar este flagelo más allá del show mediático con las respuestas de los aspirantes? Ni siquiera surge desde el conjunto de las universidades públicas una propuesta superadora de la actual Ley de Educación Superior, una de las producciones más nefastas de Menem.
Pero sin dudas más patética es la realidad del movimiento estudiantil; ha perdido el rumbo. El último congreso (¿?) de la FUA es lo más demostrativo de la crisis que atraviesa. No era éste el movimiento estudiantil que soñaron los reformistas del ‘18, no fundaron la FUA para que viva en estado permanente de desmovilización, para que la preocupación principal sea la venta de apuntes, para el “chapeo” dentro de un partido político, del gobierno de turno o de una organización social. La pensaron como el elemento más dinámico de la comunidad universitaria y de la sociedad. Hoy es el más conservador. Recordando el célebre Manifiesto Liminar, renacieron nuevos dolores y debemos luchar para que no falten libertades. La mejor manera de homenajear a los reformistas del ‘18.

* Ex secretario general de la FUA, dirigente del MNR.

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