UNIVERSIDAD
Para articular la producción científica de la UBA y el Conicet
Con nuevas normas para elegir autoridades y definir patentes, las entidades acordaron un marco de funcionamiento para sus institutos.
› Por Javier Lorca
Después de dos años de trabajo, la Universidad de Buenos Aires y el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas lograron acordar un régimen común de administración y funcionamiento para los institutos de investigación que comparten, incluidos el procedimiento con que serán elegidas sus nuevas autoridades y los derechos de patentes y propiedad intelectual. “Lo que denominamos sistema nacional de ciencia y tecnología dista bastante de ser un sistema”, más bien parece “un conglomerado de organismos desarticulados”, definió Tulio del Bono, titular de la Secretaría de Ciencia y Tecnología, para resaltar y valorar el esfuerzo realizado por la UBA y el Conicet al articular normas y estructuras.
La magnitud del acuerdo deviene del lugar que ocupan ambas instituciones en la generación de conocimiento en Argentina. “El 50 por ciento de la producción científica del país está asentado en las universidades nacionales y, de esa cifra, la mitad se encuentra en la UBA, de modo que por la dimensión y la trascendencia de la colaboración entre ambas entidades se destaca la importancia que tiene este acuerdo”, comentó el rector de la UBA, Guillermo Jaim Etcheverry, antes de firmar el convenio con el titular del Conicet, Eduardo Charreau. Ante autoridades y miembros de la comunidad científica, el acto se hizo ayer en la sede del rectorado de la universidad.
De los 4200 investigadores de carrera que trabajan en el Conicet, alrededor del 38 por ciento se desempeña en la UBA. Y el 40 por ciento de los subsidios que financian actividades en el organismo científico proviene también de los fondos de la universidad. Los 19 institutos compartidos –con sedes en las facultades de Ciencias Exactas, Farmacia, Medicina y Agronomía– funcionaban sin un régimen definido y bajo normas heredadas de la última dictadura. “Al no haber normativa, algunos institutos eran cuerpos extraños dentro de la universidad, sin que ésta tuviera injerencia alguna o, incluso, a cargo de personas que no eran profesores de la UBA –explicó a este diario el decano de Agronomía, Fernando Vilella–. Era una situación incierta en lo que hace a ingresos y responsabilidades. Ahora son institutos de pertenencia mutua.”
¿Qué cambios concretos implicará el nuevo régimen? El marco establece los compromisos entre ambas instituciones, sus responsabilidades de financiamiento y las normas de prestación de servicios que deberán seguir los institutos de Astronomía y física del espacio, Geocronología y Geología isotópica, Física del plasma, Investigaciones farmacológicas, Inmunología humoral, Investigaciones del mar y la atmósfera, Estudios farmacológicos y botánicos, entre otros.
Una cuestión central es la designación de autoridades de los institutos, que no estaba normada. Desde ahora, estarán a cargo de un director designado por concurso (deberá ser investigador independiente o de mayor jerarquía y profesor regular de la universidad) y de un consejo directivo (cuyos miembros serán elegidos por docentes e investigadores). La elección de los nuevos directores y consejeros deberá sustanciarse en un plazo no mayor a un año. El otro punto clave es el de los derechos de propiedad del conocimiento generado: se acordó que el valor de lo producido se distribuirá según cuánto aporten en cada caso la UBA y el Conicet en salarios al personal.