Lun 27.02.2006

UNIVERSIDAD

“Buena administración y un sólido pacto para gobernar”

Con apoyos del radicalismo universitario, Alberto Boveris se postula al rectorado de la UBA. Propone descentralizar las facultades.

› Por Javier Lorca

Entre sus propuestas como candidato a rector de la Universidad de Buenos Aires, Alberto Boveris enfatiza la necesidad de una reforma estructural: “Hay que ir hacia la descentralización de las facultades, los hospitales y el CBC”. Investigador superior del Conicet, vicerrector de la UBA entre 1994 y 1998, Boveris asumirá en los próximos días como decano de la Facultad de Farmacia y Bioquímica, cargo que ya ocupó dos períodos. Es uno de los nombres postulados desde el radicalismo para la asamblea universitaria que –si este miércoles lo confirma el Consejo Superior– el 28 de marzo elegirá al rector que sucederá a Guillermo Jaim Etcheverry.

–Fue precandidato al rectorado hace cuatro años y ahora vuelve a postularse. ¿Por qué?

–Por una vocación de trabajo por la UBA, que empezó en la época en que llegué a ser vicerrector. Desde ese lugar, muy diferente del lugar del decano, que implica una visión más parcial, vi claramente que había mucho por hacer. Vi que sobraban posibilidades y faltaba organización. Y creo que podría hacer un aporte desde mi experiencia de gestión.

–¿Cuál es su propuesta central?

–Promover la calidad académica. Para eso, lo esencial es tener una buena administración y un sólido pacto político para gobernar. Si no, no hay posibilidades de ejecutar ningún proyecto académico, en el que incluyo al grado, el posgrado y, como parte inescindible, a la investigación. Las universidades enfrascadas en su quehacer y sin formar para el mundo del trabajo ya no existen. La universidad debe preparar profesionales que se integren al mundo de la producción. Hoy la UBA tiene un capital muy importante en formación científica, capacidad técnica y humana. Su nivel de calidad académica resiste la comparación con las universidades brasileñas, españolas, italianas, chilenas. Y lo estamos haciendo con muchos menos recursos.

–Hace unos años usted sostenía que el ciclo de ingreso (CBC) debía desdoblarse y ofrecer una alternativa más corta.

–Mi posición cambió. Obviamente, el CBC requiere cambios, se ha mantenido por inercia. Hay que solucionar su situación institucional, darle una estructura de cogobierno. Las facultades deben plantear cómo mejorar su articulación con el ciclo básico. El CBC tiene que seguir cumpliendo su función de nivelación de los estudiantes que llegan de la escuela, pero hay que revisar los contenidos mínimos, porque hubo cambios en las carreras, aparecieron nuevos requerimientos.

–¿Una reforma curricular?

–Habría que exhortar a las facultades a presentar proyectos de actualización curricular y discutirlos en forma horizontal y vertical. Esto debería empezar por el CBC, ya a mediados de 2006. A su vez, es necesario promover acciones de autoevaluación y acreditación de las carreras, respetando la autonomía. La UBA tiene que reinsertarse y participar en el consejo de universidades nacionales y, activamente, en la Coneau.

–¿Qué cambiaría en el aspecto administrativo?

–Hasta hace unos años, las unidades académicas mantenían cierta autonomía, podían hacer convenios, pasantías, servicios. Pero el rectorado de Jaim Etcheverry estableció que ningún acuerdo alcanzado por las unidades era vigente hasta que no lo aprobara el Consejo Superior, lo cual abrió un limbo burocrático entre los acuerdos y su aprobación. Muchos convenios se cayeron. Toda la plata pasó a entrar por el rectorado y se generó un gran desorden. Hay que ir hacia la descentralización de las facultades, los hospitales y el CBC, para que puedan manejar convenios,servicios, pasantías y transferencias de tecnología. Eso solo sería un avance de la democracia. A la vez, habría que instalar un sistema de doble auditoría: cada convenio de las facultades tendrá que ser auditado en lo financiero y en lo técnico desde el Consejo Superior, para garantizar la transparencia. Además, el rectorado debería publicar en la web todas las resoluciones que involucren movimiento de fondos. Así transformaríamos en auditores a la masa de consejeros de las facultades. Esto permitiría que las unidades académicas puedan ejecutar un 30 por ciento más de sus recursos, que cada año se pierden en la maraña admi-

nistrativa.

–¿Cree que hay que modificar el estatuto de la UBA?

–No es una prioridad. Al afianzar la descentralización administrativa, es posible que convenga darle carácter institucional a esa situación. Lo mismo en el caso del CBC: una vez que se haya normalizado, habría que plasmarlo en el estatuto. En otros aspectos el estatuto está algo obsoleto: por ejemplo, en la separación tajante que plantea entre grado, posgrado e investigación.

–¿Qué replantearía de la relación universidad-Estado?

–Tiene que haber una mayor integración de la universidad con los problemas nacionales, con participación en los programas nacionales de educación, salud, infraestructura y demás áreas. La UBA tiene que ser consultada como fuente de conocimiento técnico y especializado. Por lo dicho, queda subyacente que no puede haber acá un proyecto de partido político, sino un proyecto universitario.

–¿Qué balance hace la gestión de Jaim Etcheverry?

–Creo que centralizó demasiado la administración y descuidó el tramado político, académico y administrativo. No hubo creación de una red de trabajo conjunto. Y ni menciono el desorden administrativo. Tampoco hubo proyectos académicos importantes: hacer una propuesta de reforma del CBC en el último minuto no es serio. Es cierto que al rector le tocaron tiempos difíciles, pero hubo descuidos importantes.

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