Las universidades piden que se revaloricen las actividades de extensión y que cuenten con líneas de financiamiento específico.
› Por Javier Lorca
Entre el encierro del saber elitista y la apertura del conocimiento mercantilizado, la universidad busca un camino alternativo intentando revalorizar las actividades de extensión. “La extensión baja la línea de pertinencia y de pertenencia de la universidad con su medio social”, define la rectora de la Universidad de Salta, Estela Pérez de Bianchi. El consejo de rectores y los secretarios de Extensión de las casas de estudios nacionales están reclamando que el Estado instrumente líneas de financiamiento para proyectos del área, tal como se hace con los programas de ciencia. A la vez, con el propósito de modificar cierta cultura institucional que la mantiene relegada, pretenden que la extensión sea reconocida por la Ley de Educación Superior y que participar de sus proyectos otorgue créditos y puntaje a docentes y estudiantes. La postura es compartida en el Ministerio de Educación.
Los proyectos de extensión se han multiplicado en el último lustro en todo el sistema educativo superior, generalmente focalizados en sectores sociales desfavorecidos y desde una perspectiva ajena al asistencialismo, “con una modalidad de trabajo que no consiste en bajarle un saber a la sociedad, sino en sostener proyectos participativos, teniendo en cuenta el saber y las necesidades que se generan afuera”, explica Griselda Possetto, secretaria de Extensión de la Universidad de Mar del Plata.
Justamente esa casa de estudios fue sede el fin de semana pasado del segundo congreso nacional sobre el tema, con más de 500 participantes y la presentación de 216 experiencias en marcha. Allí se formalizaron los pedidos de las secretarías de Extensión de 22 universidades, reclamo recién avalado por el Consejo Interuniversitario Nacional. “El Gobierno tiene una política clara de demandar mayor compromiso social de la universidad. Para eso –dice Pérez de Bianchi–, hay que revalorizar la extensión. Estamos solicitando una asignación presupuestaria específica para que los docentes puedan volcarse a la extensión. Hoy depende del voluntarismo y con eso no alcanza para generar soluciones concretas.”
El presupuesto para universidades incluye las funciones de educación y cultura, ciencia y técnica y salud. Pero no la de extensión. Y, si bien el ministerio otorga fondos específicos, lo hace por concursos. “Son buenos, pero no dejan de ser concursos que duran un año, muy poco tiempo para realizar trabajos sociales. Para institucionalizar la extensión, las actividades necesitan financiamiento constante para sostenerse en el tiempo, que es la manera en que estos proyectos resultan más efectivos”, dice Possetto.
La otra veta del planteo apunta a la falta de reconocimiento que sufren quienes voluntaria y gratuitamente se dedican a la extensión. “La universidad quedó atrapada en la lógica del Programa de Incentivos a la investigación, que solamente reconoce a los docentes que presentan papers y participan en congresos, publican en revistas con referato. Ese reconocimiento se convierte en dinero y, como los docentes tienen bajos ingresos, se ven obligados a moverse en el ámbito de la comunidad científica internacional, lejos de su territorialidad.”
Del mismo modo, el antecedente de haber participado de un proyecto en un barrio carenciado, por ejemplo, rara vez es tenido en cuenta cuando un docente es evaluado al concursar un cargo. Para empezar a revertir esa cultura institucional, se reclama incorporar a la extensión como una de las funciones de la universidad, entre las reformas que se prevé hacer a la Ley de Educación Superior. “Como plantea Miguel Rojas Mix, hoy hay dos modelos contrapuestos: la universidad torre de marfil y la universidad shopping center –señala la rectora de la UNSA–. La universidad argentina debe reformularse por fuera de estos modelos.” Y la extensión puede jugar un rol clave, acercando a las instituciones a la vida de las regiones donde están insertas.Consultado por Página/12, el secretario de Políticas Universitarias, Alberto Dibbern, aseguró compartir la necesidad de valorar y reconocer formalmente las tareas de extensión. “Dentro de las posibilidades presupuestarias de 2007, intentaremos financiar proyectos de extensión.”
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