Mar 27.03.2007

UNIVERSIDAD

“O corrés detrás de los subsidios o te hacés preguntas críticas”

Sociología celebra sus 50 años en la UBA con una serie de actividades que buscan homenajear la vitalidad crítica de la carrera.

› Por Javier Lorca

“O la sociología sirve como instrumento capaz de apoyar cambios de tipo político o no me interesa como profesión.” Fechadas en 1971, las palabras de Juan Carlos Portantiero señalan un halo y una tensión que han seguido a la carrera de Sociología durante las cinco décadas de historia que, en este 2007, celebra en la Universidad de Buenos Aires. “O corrés detrás de los subsidios o te hacés preguntas críticas para pensar la Argentina de una forma vital –recupera y reformula Lucas Rubinich, actual director de la carrera–. Hoy queremos hacer un homenaje que exprese esa vitalidad crítica que caracterizó a la carrera en todos estos años.” Los festejos por el 50º aniversario ya están en marcha y seguirán durante todo el año (ver aparte).

A la par de la editorial Eudeba y el Instituto Di Tella, Sociología fue una de las instituciones centrales en la renovación cultural y académica argentina de los ’60. Y, junto a la carrera de Psicología, también fue protagonista de la modernización y los llamados “años dorados” de la UBA.

Resultado de un proceso colectivo que reunió la acción del movimiento estudiantil reformista, el peso individual de Gino Germani y del rector José Luis Romero, el nacimiento de la carrera en la UBA se concretó en 1957. La creación fue aprobada un 14 de marzo por el Consejo Superior. “Para que Sociología sea aprobada, por la fuerte oposición de la derecha católica, surgió una estrategia, en que Sociología apareció inmersa en un paquete de tres carreras que se crearon juntas: una fue Psicología, la otra la nueva versión de Pedagogía, que se convirtió en carrera de Ciencias de la Educación, todo eso se hizo junto, pero sobre todo Sociología y Psicología. Gino Germani era muy consciente de que Sociología sola no pasaba, porque iba a haber una resistencia bastante grande”, recordó Alberto Noé, sociólogo y autor del libro Utopía y desencanto. Creación e institucionalización de la Carrera de Sociología de la UBA.

La carrera germinó bajo un clima antiperonista y con un perfil cientificista, pero pronto comenzó a cobijar un pensamiento nacional, apoyado en el ensayismo. “Después de la caída del peronismo, en un contexto de auge de las ideas desarrollistas y las relaciones con Estados Unidos, el resultado no deseado de ese proceso fue la aparición de la carrera de Sociología, con un pensamiento crítico que contribuyó a crear un clima cultural revulsivo”, dice Marcelo Langieri, secretario académico de la carrera. Sociología comenzó a vivir entonces una progresiva radicalización política de sus estudiantes y docentes, incluida una resignificación del fenómeno peronista. “Se podía hablar científica y críticamente de los problemas que estaba viviendo la sociedad, fue una institución que tuvo enorme relevancia en la creación de un pensamiento autónomo argentino y latinoamericano –cuenta Rubinich–. Fue un centro más que significativo de formación de cuadros intelectuales que en los años siguientes iban a pensar un nuevo mundo.”

Por esas mismas razones, sufrió especialmente las intervenciones de la UBA en 1966 y en 1974, cuando sobrevino lo que se conoce como “la universidad de las catacumbas”. Literalmente, Sociología pasó bajo tierra los años de la última dictadura: las clases fueron trasladadas a los sótanos de la Facultad de Derecho, tras un periplo edilicio que, desde su creación, pasó por Viamonte 430 e Independencia 3065, sedes de la Facultad de Filosofía y Letras, la Ciudad Universitaria a principios de los ’80, hasta pasar a depender de la Facultad de Ciencias Sociales, fundada en el ’88. Poco antes, recuperada la democracia, se había normalizado la UBA. Así recordó esos años Mario Margulis, entonces director de la carrera: “Durante mi gestión, entre 1986 y 1988, pudimos contribuir a la reconstrucción de la carrera después de su profundo deterioro acaecido en los años del Proceso. Entre las experiencias más positivas creo que interesa recordar el esfuerzo colectivo realizado para generar un nuevo plan de estudios. Esto se logró con una tónica pluralista y mediante una comisión curricular integrada por los tres claustros. Después de un año de elaboración, consultas, discusiones y asambleas, pudo aprobarse por unanimidad el plan que todavía está en vigencia”.

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