UNIVERSIDAD
Los votos de los profes definen el futuro de Psico
En las próximas elecciones se enfrentarán dos listas. La ganadora definirá al nuevo decano. Dos profesoras son las candidatas.
› Por Javier Lorca
Desfasada, la Facultad de Psicología es la única unidad académica de la UBA que todavía no renovó a sus consejeros profesores ni a su decano y vicedecano. Los comicios del claustro docente se harán en la segunda semana de septiembre. Su resultado definirá el nombre de quién sucederá a Raúl Courel en el decanato. En una facultad donde el 85 por ciento de los alumnos son mujeres, todo indica que el próximo decano será también una mujer. Los profesores están divididos en dos grupos, ambos políticamente heterogéneos: uno postula a la ex decana Sara Slapak y otro, a la profesora Ana Fernández.
El calendario electoral de Psicología atrasa un año respecto del de la UBA desde la creación de la facultad, tras la normalización democrática. “Ya hay acuerdo para que los próximos mandatos concluyan al mismo tiempo que en las demás facultades, para adecuar los tiempos”, contó a Página/12 el decano Courel. En la facultad donde estudian más de 15 mil alumnos, se espera con ansiedad la elección que se hará del 12 al 14 de setiembre. Todavía sin oficializar, el padrón docente incluiría unos 120 profesores regulares. Sólo ellos podrán votar a sus ocho representantes en el consejo directivo. Luego, los 16 miembros del consejo (lo completan cuatro graduados y cuatro alumnos) deberán elegir al próximo decano.
“Esta es la primera vez en años que hay dos listas con posibilidades reales de ganar. Siempre venía todo cocinado”, comentó un docente independiente. De hecho, ambas listas cuentan con el apoyo declarado de entre 25 y 30 profesores. Tanto la elección docente como la de decano prometen ser muy disputadas (ver aparte).
El grupo de profesores que postula a Slapak ya hizo una serie de propuestas. Sobre el gobierno universitario: acortar el mandato de los próximos representantes del claustro de profesores, así como del decano y vice, para terminar con el desfase de Psicología respecto de las demás facultades. Sobre política académica: agilizar los concursos de profesores y auxiliares; mejorar el plan de estudios, sobre todo las “prácticas profesionales y de investigación” y las materias electivas; permitir la incorporación de una tesina como requisito para la graduación; departamentalizar los equipos docentes “para el intercambio permanente sobre asuntos académicos a partir de contenidos de interés común”; abrir una discusión sobre las designaciones docentes, sistemas de evaluación y régimen de promoción; “realizar un diseño nítido y ampliar la oferta de los cursos de posgrado”.
También sugiere organizar “reuniones sistemáticas y continuas de los profesores para un aporte efectivo al trabajo de los representantes en el consejo directivo” y “crear a partir de las cátedras una red de unidades asistenciales y de servicio a la comunidad”. Sobre investigación: poner en marcha un Instituto de Investigación; aumentar la cantidad de profesores y docentes con dedicación exclusiva; vincular la docencia y la investigación; articular la investigación con el grado, el posgrado y la extensión.
“Transparentar para democratizar” es el título del documento elaborado por Ana Fernández, Juan Azcoaga, Diana Rabinovich, Ricardo Rodulfo, Alicia Stolkiner y Hugo Vezzeti, entre otros profesores, como programa del grupo que impulsa la candidatura de la primera. Allí plantean la necesidad de “terminar con modalidades de gestión y ejercicio del poder que han subordinado las políticas académicas a lógicas de facción, bajo formas coercitivas y clientelísticas. En la facultad, en los márgenes de los órganos formales de representación y gobierno, comenzó a instalarse, desde 1986, un poder paralelo sostenido en la hegemonía de un núcleo permanente de graduados y estudiantes que fue imponiendo su voluntad sobre los representantes de profesores”. Clara alusión a la mayoría radical que administra la facultad desde los ‘80.
“El manejo arbitrario se ha manifestado particularmente en un área sensible: el manejo de los concursos –sigue–. No sorprende, entonces, que haya profesores que manifiesten en privado su temor a expresar sus ideas y opiniones..., no sorprende que hayan aparecido insinuaciones, a veces referencias abiertas, sobre los concursos en la discusión de candidaturas... Los efectos de ese ejercicio cupular de poder se diseminaron en la cotidianidad de la vida académica, culminando en su naturalización y en la implantación de pequeños terrorismos invisibles que han vuelto irrespirable el clima de nuestra facultad.” Por ahora sólo publicitaron propuestas concretas para el claustro docente y los concursos: consensuar un reglamento para el claustro, con reuniones mensuales y presentación semestral de informes de los consejeros; crear una comisión pluralista que informe del estado en que se hallan los concursos y sugiera un cronograma de regularización.
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