› Por Aurora Venturini
Circunstancias del cuento
Los personajes de mis cuentos y relatos –inclusive los de mis novelas– aunque hagan pie en la duda y circunstancia del mundo, son fantasmas de personas, esencia de cosas tangibles.
Lo real, objetivo, visto, oído, palpado, husmeado, posee aprontes extraordinarios que penetran imaginación y razón pura del escritor. Nadie crea algo absolutamente original. Cualquier aparente subjetividad arranca de la patética e incorruptible realidad. Fija, impenetrable; todo ya ha sido puesto en el universo temible, impreciso.
Carbúncula existió en mi edad adolescente y significó alguien constante en su caminar lento de babosa, que deja huella.
Cuando falleció, no murió. Siguió por la casa grande y el barrio chico.
Delataban su errar triste y pesaroso las huellas de sus babosidades que rezumaban tanta crueldad que atemorizaba a la gente. Ella conseguía hacer un desierto del más bello y florecido paisaje.
Regresó y habitó el hogar de los quelonios, lo que demostró a la luz aquello que yo supuse en la oscuridad. Aún le temo.
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