Dom 27.01.2013

VERANO12

La pasión explicada

› Por Juan Sasturain

El cuento por su autor

Ley de la Selva

Este cuento es parte separable de un relato mayor, una serie de historias con las que vengo lidiando desde hace años y que constituyen –al menos por ahora– lo que suelo llamar “la novela de los bañeros”. Una calificación imperfecta y sin duda optimista, ya que la novela –después de veinte años– tarda en parecer. Pero es así: uno nunca sabe.

Las historias transcurren por lo general en Mar del Plata y acotados alrededores a lo largo de casi treinta años –de los cincuenta a los setenta– y suelen estar centradas en dos personajes que operan como disparadores del relato, dos bañeros de la playa Popular: el mítico Dudoso Noriega y el que podríamos llamar su discípulo: Falucho Burgos. Aunque más simple y más justo sería, en este caso, definirlo como un pendejo, un lindo pendejo. Que eso es, por lo menos a la altura de esta historia, el rápido mulato.

Y hay mujeres, claro. Minas claras u oscuras que entran y salen. A veces la misma, varias veces. Selva, por ejemplo, irrumpe desde ninguna parte reconocible y arma un desparramo no sólo sentimental. De algún modo tácito establece reglas del juego nuevas, perturbadoras. Esa imperiosa y anómala ley de la Selva es la que seduce y desorienta a Falucho.

En este cuento escrito el verano pasado y que transcurre a principios de los sesenta, se narra y comenta un avatar de ese cruce sentimental.

Creo que nada más. Ojalá les guste.

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