El cuento por su autor

Especies es una película para el olvido con una cita memorable: el científico que encarna Ben Kingsley explica que hicieron al monstruo –algo así como una conejita de Playboy rubia que muta en el alien con el que se boxeaba Sigourney Weaver– “hembra para que fuera más dócil y fácil de controlar”; a lo que el personaje de Michael Madsen le retruca con un “Doctor, ustedes no salen mucho a bailar, ¿no?”.

Me gusta escribir sobre ir a bailar. Y sobre la más linda del baile. No puedo evitarlo. Es algo que está presente en la mayoría de mis novelas y relatos. Me gusta escribir sobre ir a bailar. Y me gusta ir a bailar. Incluso pasar música. Ya sea en un cumpleaños, la noche del 31 de diciembre o al final de una jornada literaria. Llevo siempre conmigo, por las dudas, un pendrive con un surtido de canciones que invitan a la fiesta. Cuando la gente se suma y empiezan a tirar pasos, y más cuando se ponen a cantar, es realmente un momento de comunión que me hace muy feliz y me carga de muy buena energía.

Supe ir a bailar mucho desde pibe y después la cosa medio que se cortó. Varios años. Demasiados. “Demasiado mucho”, como dicen los paraguayos. Desde que escribo y ando con gente que sangra igual –de hecho sostengo que hay que desconfiar del escritor que no baila– he vuelto a amanecer en donde sea que se improvise una pista. Y después, cuando abro el word, siempre pienso en cómo fue la noche de anoche. En las ganas que tengo de contar, de poner en palabras, lo que sentí con los míos de madrugada. En darles esas sensaciones a mis personajes. Y en evangelizar con los archivos en MP3 y con mis textos sobre el rock de pasillo y el lento americano, que es con lo que mejor me defiendo en el dancin’.

Intentando contar algo sobre mujeres privadas de su libertad, conociéndolas mientras las escribía, me aparecieron dos personajes de los que me enamoré perdidamente. Una de ellas, la que les voy a presentar en este relato, me flechó al sentirla en la pista. Sentimientos que espero ustedes también lleguen a compartir con esta chica. Invitándolos a que se animen a sacarla a bailar un tema sabiendo que es la más linda del baile.