Dom 01.02.2015

VERANO12

Alcides Zubarán

› Por María Moreno

El cuento por su autor

Escribí la primera versión de este texto hace casi cuarenta años. Entonces tenía como libro talismán La asfixia, de Violette Leduc, traducida por José Bianco, que lo despreciaba, fiel al prejuicio que calificaba a la autora como un mero epígono de Jean Genet. Pero yo entonces no conocía a Bianco; cuando lo conocí, la lista de sus desprecios enumerada ante mi grabador de periodista me provocó un breve desmayo en su sillón, pera ésa es otra historia. Violette Leduc me contagió sus frases cortas de un cierto rebuscamiento, sus golpes de efecto de vieja ladina que hace la pobretona fingiendo que no ha leído todo lo que ha leído. ¿Por qué no dejé quieto este retrato de un ladrón dentro de la novelita que escribí entonces llamada Cuerpo extraño (también tenía virus de Luis Gusman)? Porque entonces estaba menos lejos de mi infancia y mi “Alcides Zubarán” daba cuenta de una experiencia con una frescura que hoy he perdido; cartoneado e intervenido por mis manera actuales, renquea un poco por todas partes y cuando lo releo tengo la impresión de que detrás de esa primera persona un poco rencorosa hay una niña que grita sus licencias de chirusita cuyo reino era una planta baja de portería.

Volví a ver al sargento Vera en la década del setenta: dirigía la biblioteca de la Policía Federal en la comisaría séptima. Imagino que ese cargo a la Borges canuto no era un ascenso sino todo lo contrario (que yo recuerde el lugar más lucido del sargento en el arma fue cuando dirigía el tránsito en la garita de Pueyrredón y Córdoba y estaba orgullosa de él porque vivía en “mi casa”). Yo estaba investigando sobre Cayetano Santos Godino, El Petiso Orejudo, y el sargento –muy bueno en su papel de bibliotecario– me dejó consultar la revista Mundo Policial que, entre paréntesis, está muy bien escrita y donde abundan los comisarios influenciados por Rubén Darío. Me preguntó si todavía pintaba y por un momento creía que no me había reconocido, hasta que recordé mi largo período de “artista comprometida”. “Alcides Zubarán” forma parte de La pasarela del alcohol, que aparecerá en la colección Recienvenidos dirigida por Ricardo Piglia cuando yo –procrastinadora recurrente– me avenga a terminarlo.

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