Mar 02.01.2007

VERANO12

Adolfo Scilingo X Horacio Verbitsky

20 años en el espejo: Los reportajes de Página/12 que testimonian dos décadas de la cultura, la sociedad y la política argentinas

› Por Horacio Verbitsky

El capitán de corbeta Adolfo Francisco Scilingo, ex jefe de automotores de la Escuela de Mecánica de la Armada y compañero de promoción del capitán de navío Juan Carlos Rolón, denunció ante la justicia por encubrimiento al jefe de Estado Mayor de la Armada, almirante Enrique Molina Pico. En una carta-documento, Scilingo había exigido que Molina Pico “informara a la ciudadanía y en especial a los señores senadores cuáles fueron los métodos que la Superioridad ordenó emplear para detener, interrogar y eliminar al enemigo durante la guerra contra la subversión y, en caso de existir, el listado de los mal llamados desaparecidos”. Ante la falta de respuesta formuló la denuncia criminal, la primera que un oficial de las Fuerzas Armadas presenta contra un superior a raíz de la guerra sucia. La causa quedó radicada en el juzgado correccional Nº 2 de la Capital, a cargo de la doctora Mónica Nidia Atucha, secretaría Nº 50 del doctor Miguel Sabino, y está llamada a producir una profunda conmoción en la Armada, que aún no ha superado el impacto de las declaraciones ante el Senado de los capitanes de navío Rolón y Antonio Pernías.

En octubre del año pasado, Rolón reveló al Senado que todos los oficiales de la Armada habían intervenido en las operaciones clandestinas. El capitán de navío Antonio Pernías dijo a los senadores que los tormentos a los prisioneros eran la herramienta del trabajo de inteligencia. Pero hasta ahora ningún protagonista había revelado qué pasaba con las víctimas luego de los interrogatorios. Según Scilingo, entre 1500 y 2000 detenidos en la Escuela de Mecánica de la Armada fueron arrojados con vida al Océano Atlántico desde aviones de la Marina de Guerra y la Prefectura Naval durante los años 1976 y 1977, por órdenes impartidas orgánicamente a través de la cadena de comando de la Armada. Los organismos de derechos humanos calcularon entre 4000 y 5000. Scilingo, quien nunca fue mencionado por sobrevivientes ni llevado a juicio, dijo que también presenció una sesión de torturas y que otro método de eliminación de las víctimas era la cremación de sus cadáveres en el campo de deportes de la ESMA, junto al río, aunque eso habría ocurrido pocas veces. Antes de la denuncia criminal contra Molina Pico, Scilingo había escrito cartas al ex dictador Jorge Videla, al ex jefe de Estado Mayor de la Armada, almirante Jorge Ferrer, y al presidente Carlos Menem, solicitándoles que se informara al país sobre el tema. Ninguno le contestó. En la carta a Ferrer, Scilingo decía que en la Escuela de Mecánica de la Armada “me ordenaron actuar al margen de la ley y me transformaron en delincuente”.

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