20 años en el espejo:
Los reportajes de Página/12 que testimonian dos décadas de la cultura, la sociedad y la política argentinas.
› Por Nora Veiras
Publicado el 19 de julio de 1999
–Usted siempre dice que tiene un hombrecito adentro que le va tirando ideas. ¿Cómo anda ese hombrecito?
–Anda como siempre, hecho un cretino. Uno nunca sabe cuándo es que las va a tirar. Por lo general las tira siempre a último momento, pero luego de cuarenta y pico de años de convivir con él, uno acepta que es así. No haber descubierto qué mecanismos son los que manejan estos resortecitos del humor...
–Pero es medio sádico ese hombrecito.
–Creo que a todos nos pasa lo mismo. Siempre pienso en el cierre de un diario, cada día, muchos hombrecitos. Yo tengo el mío, cada secretario de redacción tiene el suyo y el de los redactores...
–¿A lo largo de esos cuarenta años han ido cambiando las ideas de ese hombrecito?
–Antes las ideas eran mucho más graciosas. Los últimos libros son mejores, pero menos divertidos. Antes uno era más inconsciente, había vivido menos y tenía más esperanzas de que las cosas siguieran cambiando, mejoren, era más optimista. Creo que uno va ganando en profundidad de ideas y va perdiendo la gracia espontánea.
–Esa profundidad de ideas es, en realidad, sobre la esencia del ser humano...
–En realidad sí. La formación que yo he tenido ha sido siempre humanista, en base a estos valores morales, éticos, no digo religiosos porque no he sido educado en eso, más bien he sido educado anticlerical. Aunque uno sea anticlerical forman parte de la religión también.
–Usted se define como humanista y simpatizante del socialismo. ¿No se siente una especie en extinción?
–Me siento acompañado por José Saramago, que es todo un honor.
–Convengamos que también es una excepción.
–Yo creo que a la larga el socialismo –o una cosa que lo reemplace pero que se le parezca bastante– va a encontrar su lugar. El capitalismo se va a ir al demonio, eso ya creo que es evidente para todo el mundo.
–No para los gobernantes argentinos.
–Esto no puede durar demasiadas décadas más sin que explote por alguna parte. Claro que yo no lo voy a ver, tampoco me alegraría verlo porque va a ser un desastre. Ya esto que está pasando con los estudiantes y fundamentalistas islámicos es un aviso de que algo empieza a cambiar también en aquel mundo. Estas son expresiones de deseo.
–Es como una utopía.
–Sí, como creer que estos vuelos a las islas Malvinas son el principio de una recuperación de las islas. Alicia (su esposa), lo primero que dijo antes de abrir el diario fue “Claro, van a hacer inversiones turísticas, un hotel cinco estrellas”. Y, cuando abrí el diario leí: “Se crea un polo de atracción turística que interesa a inversores”. Creo que el negocio lo van a hacer como siempre los ingleses y nosotros nos quedaremos afuera, pagaremos los gastos del transporte. Además perdimos las Orcadas y las islas Sandwich que hasta la invasión de Malvinas eran nuestras. Nadie dice nada de esto.
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