20 años en el espejo Los reportajes de Página/12 que testimonian dos décadas de la cultura, la sociedad y la política argentinas
› Por Luis Bruschtein
Publicado el 24 de febrero de 2002
Alfredo Casero es un estuche de sorpresas (él dice que es una corporación con distintas rubros), pero cantar en japonés sin saber el idioma y hacer que miles de argentinos, que tampoco lo saben, tarareen “Shimautá” en el intrincado lenguaje del sol naciente parece su mayor hazaña hasta el momento. La canción pegó tan fuerte que Sony Music planea incorporarla al disco oficial del Mundial de Fútbol. Además del tema japonés, el nuevo disco de Casero tiene canciones festivas y de amor, homenajes a Sandro y Charles Aznavour, pero la corporación Casero afirma que no existe en joda y en serio, “¿o vos no te reís cuando cogés?”.
–Björk sintetizó todo lo que Borges quiso decir sobre la cultura nórdica. Ahí tenés una artista de la gran siete, que tiene una actitud que es casi mágica con lo que es el sentir. No solamente ella, otros músicos también. Por ejemplo: si me hablás de la cultura china o japonesa, hay cosas que yo no entiendo, pero de pronto entrás en algo donde te das cuenta que hay un montón de cosas que te están diciendo, que tienen que ver con una esencia. Yo no leí a Borges completo, soy el tipo menos leído del mundo, pero cada vez que él hablaba del Ydrassil o qué sé yo, yo decía que estaba medio loco, ¿por qué me habla del árbol sagrado de los noruegos? Bueno, el tipo no estaba loco, le había pegado algo de la misma manera que ahora salió algo como esta música, que te llega a todos los sentidos, no solamente por la lectura.
–¿Qué tipo de música te gusta escuchar?
–Un poco de todo, tiene que ser algo muy monocorde, muy hinchapelota para que no me guste.
–Ahora entraste con la música japonesa...
–No, no. Me metí con la cosa de todo el mundo y enganché una punta con lo japonés.
–¿Pero vas a cantar en islandés también?
–¿Por qué no? Ahora estuve escuchando unas mujeres que me gustaron. Yo nunca había tenido noticias tan fuertes de tan al Norte, qué sé yo, sabía de Nordenskjöld, ése que llegó a la Antártida, o de los viajes al Polo Norte. En Rusia debe haber cosas muy fuertes, y ahora tienen algo en común con nosotros, que es esa extraña descomposición humana que genera un caos muy especial, donde los artistas pueden sacar muchas cosas, pueden llegar al fondo. Pero yo no soy un conocedor de la cultura, ni de la rusa ni de la japonesa. Uno va transitando el camino que Dios te pone delante. Es lo mismo que si vos fueras un Siam Di Tella y dijeras: “Esta ruta está construida para mí”. Fijate la cantidad de autos que han pasado por ahí desde el Siam Di Tella hasta ahora. Yo voy transitando a medida que se va haciendo, porque los gustos musicales tienen que ver con las cosas que van latiendo. Pero es absolutamente azaroso y uno tiene que predisponerse, abrirse para encontrar esos caminos. O sea: no hay una planificación, no me propuse hacer algo especial para Japón.
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