20 años en el espejo: Los reportajes de Página/12 que testimonian dos décadas de la cultura, la sociedad y la política argentinas
› Por Graciela Speranza
Publicado el 31 de mayo de 1992
Sentado frente a una mesa de escritorio vacía a no ser por una Macintosh al alcance de la mano, habla un poco fatigado. “Me dicen que son los efectos de haber dejado de fumar. Si es así, tal vez sería preferible volver a empezar.” En cuanto comienza a hablar de su última novela, sin embargo, la fatiga desaparece y recupera ese tono apasionado que acelera el ritmo de la conversación. Apenas se detiene a pensar, pero las respuestas van construyendo una trama invisible que se articula con extrema precisión.
–Su última novela, Respiración artificial, es de 1980. ¿Por qué ese largo silencio interrumpido apenas por Prisión perpetua en 1988?
–Por un lado está la cuestión concreta de cómo fue escrita esta novela y por otro eso que yo llamo en broma “estrategia con el mercado”, ya que carezco de estrategia con el mercado. Porque si hay alguna estrategia es justamente ésa: no estar. Macedonio lo sabía bien: publicar no es lo mismo que escribir. Son dos campos antagónicos y la diferencia se agrava cada vez más. El pasaje de un lado al otro no tiene nada de natural. Un escritor funciona bien de ese lado de la frontera. Me gusta ese mito de escritor: el tipo que trabaja tranquilo y en secreto y sigue sus propios ritmos. El escritor que no piensa sus libros según el modelo del cliente al que hay que satisfacerle una demanda, sino según el modelo del lector que está buscando siempre el texto único en la maraña de las librerías.
–¿Esta novela se escribe de alguna manera en esos doce años?
–En realidad, escribo una primera versión de esta novela entre el ’82 y el ’85 y (Enrique) Pezzoni lee el libro y me lo pide para publicarlo en Sudamericana. Yo no estoy muy convencido y prefiero esperar un poco, me parece que al libro le falta otra versión y justo en ese momento recibo una invitación y me voy a Estados Unidos y me quedo cuatro años. Voy y vengo, pero centralmente estoy en Princeton, doy clase, circulo por Nueva York, no tengo ganas de escribir ficción, más bien me quedo en otra lengua, en otra realidad, me interesa más registrar lo que está pasando, viajar. Lo que sí sale en esos años es Prisión perpetua, una nouvelle que, en realidad, es una historia de Renzi que formaba parte del primer manuscrito de esta novela y que yo trabajo aparte, la reescribo en un viaje que hago a Buenos Aires en el ’88 y la publico bajo la forma falsa de una autobiografía en una reedición de los cuentos. A mediados del ’90 me vine y al tiempo retomé el libro y lo escribí todo de nuevo en un año, en el ’91.
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux