Publicado el 27 de febrero de 1994

Baltasar Garzón continúa midiendo sus palabras como si aún estuviera al frente del tribunal más prestigioso de España. Se negó a comentar las cambiantes alternativas del Narcogate y sólo replicó con un contenido gesto de desagrado cuando fue preguntado sobre María Romilda Servini de Cubría y el secretario de la droga Alberto Lestelle. “Jamás escuché o atendí una sugerencia del gobierno, el juez sólo debe cumplir la ley”, afirmó con la obvia intención de exorcizar los nombres de estos controvertidos funcionarios argentinos. Garzón conoce las operaciones que protagonizaron Servini de Cubría y Lestelle para frenar la investigación de los familiares y amigos de Carlos Menem, pero prefiere callar por razones diplomáticas e institucionales. A cargo de diseñar la futura política de estupefacientes del gobierno socialista, bajo las órdenes directas de Felipe González, Garzón presentó un plan de largo alcance que gatilló un fuerte debate en la sociedad española.