Vie 03.06.2005

VIDEOS  › “ASUNTOS INFERNALES”

Juego de espejos, made in Hong Kong

El film codirigido por Andrew Lau y Alan Mak es un thriller enigmático y efectivo.

› Por Horacio Bernades

¿Se puede filmar hoy en día una película de género que no resulte trillada, cansada o cínica? En cuestiones de género (no en este caso de género sexual, sino simplemente cinematográfico) el cine asiático suele ser el único que tiene las respuestas adecuadas desde unos años a esta parte, y Asuntos infernales lo confirma. Estrenada en Hong Kong tres años atrás, fue tan arrollador el éxito de Infernal Affairs en toda Asia, que de inmediato sus productores encararon no una secuela sino dos. Las filmaron y estrenaron casi al mismo tiempo, antes de que se cumplieran doce meses del lanzamiento de la primera. Y con tanto o más éxito que la fundadora de la serie. La cosa no tardó en repercutir del otro lado del Pacífico, donde la firma Miramax, distribuidora en Estados Unidos de la serie original, le vio la veta y encargó a uno de sus hombres de confianza que se pusiera al frente de la remake occidental. Martin Scorsese la está filmando en este preciso momento, con Matt Damon, Di Caprio y Jack Nicholson en los papeles centrales. Título: The Departed. Fecha de estreno: 2006.
Corte y regreso a la Argentina, donde la trilogía completa pudo verse hace unos meses, en el último festival de Mar del Plata. Ahora, el sello Gativideo anuncia el lanzamiento en video, a mediados de la semana próxima, de Asuntos infernales, que no es otra que la primera de la saga. Codirigida por Andrew Lau y Alan Mak, coprotagonizada por los magníficos Tony Leung (el de Con ánimo de amar, de Wong Kar-wai) y Andy Lau (se llama igual que el director de la película, pero no es la misma persona) y con el australiano Christopher Doyle –brazo derecho de Wong Kar-wai–como asesor visual, Asuntos infernales es aquello tan soñado: la película de género que, en lugar de resultar trillada, cansada o cínica, parece reinventar por sí sola el género policial o el thriller, llámeselo como se quiera. Cumpliendo el sueño de algún matemático apasionado por las ficciones, toda Asuntos infernales se basa en la idea del juego de espejos, elevada a carácter constitutivo.
Policiales con un “topo” o infiltrado ya se vieron, parecen haber pensado los guionistas (el codirector Alan Mak y Felix Chong). Entonces, hagamos una no con un “topo”, sino con dos. Eso es Asuntos infernales, en la que hay un policía infiltrado en una banda, Yan (Tony Leung) y un gangster al que esa misma banda infiltró en la policía, Lau (Andy Lau). La película entera está sostenida sobre el doble enigma de si uno o ambos infiltrados serán descubiertos, cómo y cuándo. Las simetrías se multiplican, a uno y otro lado: al jefe de la brigada de Crímenes y Tríadas, llamado Wong (el veterano Anthony Wong) le corresponde el líder de la tríada, Sam (Eric Tsang). A la novia de Lau, la psiquiatra de Yan. A una escena en la que están por descubrir a uno, otra en la que están por desenmascarar al otro. A una muerte, otra, y así sucesivamente. No es casual que en algún momento algún personaje aparezca reflejado en una superficie especular, y este sistema de dos es ironizado desde la propia película, en una escena en la que ambos “topos” conversan sobre las virtudes de un equipo de ... estereofonía. ¡La película fue hasta dirigida de a dos!
Pero todo esto no sería más que un teorema demasiado mecánico, si no fuera por lo bien contada que está Asuntos infernales. Bien contada en todos los sentidos, desde lo visual (la fotografía es adecuadamente fría y metálica, los encuadres son apretados) hasta lo dramático, pasando por la construcción de cada escena. Uno de ambos directores, Andrew Lau, tiene dirigidos a esta altura más de medio centenar de policiales (entre ellos una serie exitosísima, Young and Dangerous) y se nota. Asuntos infernales es una suerte de catálogo de escenas tersas y tensas, empezando por ese primer operativo en el que ambos infiltrados corren peligro de ser descubiertos y todo es una red de cruces de miradas sospechosas, cuyas líneas de fuga dan la sensación de que podrían trazarse con plumín. Y yendo a parar a las escenas culminantes, para las que los guionistas se han reservado dos o tres cartas en la manga (o dos o tres frías ejecuciones, que para el caso vienen a ser lo mismo).
Esas escenas cierran redondamente la historia, lo cual pondría a los productores en figurillas, a la hora de reabrirla para las secuelas. Lo hicieron, con el viejo truco de la precuela (Infernal Affairs 2) y el menos viejo de la narración en espiral, que transcurre inmediatamente antes y después de los hechos narrados en la primera parte (Infernal Affairs 3). ¿Podrá Scorsese empardar el original hongkonés? Mmmhhhh ...

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