En condiciones normales, El único debió haberse estrenado en cine, y no le hubiera ido nada mal. En un momento de gran apogeo para el cine de artes marciales –cuya influencia se dejó sentir en The Matrix, Los ángeles de Charlie y Shrek, para citar algunos megaejemplos recientes–, el solo hecho de tratarse de la nueva película de Jet Li, número uno de la especialidad, debería servir de “gancho” para una buena cantidad de espectadores. Por si eso no fuera suficiente, como muestra de cine de acción y ciencia ficción, El único tiene todo lo necesario para dejar más que satisfecho al público adicto. No es inferior a Romeo debe morir y es bastante mejor que La marca del dragón, las dos películas anteriores de Li que llegaron a cines porteños. La razón de que no se haya estrenado, y que ahora salga directamente en video, hay que buscarla en la desastrosa coyuntura que atraviesa el negocio cinematográfico en Argentina, donde todo el mundo está trabajando a pérdida. Aquí está, entonces, El único (The One), que presentada por el sello LK-Tel viene a engrosar la ya abundante videografía del astro máximo del género (ver aparte).
Por primera vez, Jet Li (nacido Li Lian Je, Pekín, 1963) aparece en una película de ciencia ficción. El único es, además, una de las escasas ocasiones en las que puede vérselo como villano (había ocurrido en Arma mortal 4, su ingreso a Hollywood). Además del papel del protagonista, esta vez se da el gusto de hacer también el de antagonista y hasta una buena cantidad de papeles episódicos. Ocurre que en la ficción de El único, escrita por Glen Morgan y James Wong (autores de varios episodios de “Archivos X”) no hay un universo, sino un multiuniverso, hecho de mundos paralelos y coexistentes. Entre ellos hay puertas que los comunican, pero sólo unos pocos privilegiados lo saben. Un ex agente de las fuerzas de seguridad llamado Yu Law (Jet Li) ha descubierto que exterminando a sus otros yoes puede concentrar en sí la energía de cada uno de ellos, ganando una fuerza física y psíquica que podría convertirlo en el ser más poderoso del multiuniverso. Está a punto de lograrlo. Ya asesinó a doscientos y pico de alter egos y le queda uno solo para conseguirlo (el propio Li, obviamente). Dos policías lo persiguen de universo en universo (el morochón Delroy Lindo, visto en varias películas de Spike Lee, y el británico Jason Statham, de Juegos, trampas y dos armas humeantes), pero la batalla final será entre Jet Li y... Jet Li.
Prototipo de película de acción contemporánea, con mucho rock pesado y predominio de cuero y metal, en El único no interesa demasiado desarrollar temas como el de los universos paralelos y la sincronía espacio-temporal (que habrán desvelado a Borges, pero no a Morgan & Wong) sino que éstos simplemente funcionan como elemento de sorpresa y espectacularidad. Por otra parte se sabe, y El único lo confirma por partida múltiple, que como actor Li es un gran atleta. El carozo es la acción, y para ello El único cuenta, además de los chirimbolos propios de todo tecno-thriller, con buenos efectos especiales (que permiten que los cuerpos se desintegren y se reintegrar) y excelentes coreografías marciales diseñadas por el especialista hongkonés Corey Yuen, que en su país dirigió una buena cantidad de películas de género. Cuenta, sobre todo, con Jet Li, cuyo repertorio de tomas, acrobacias y patadas voladoras se ve potenciado, en esta ocasión, por una tecnología que le permite pegar saltos de varios metros, levantar de un puntapié a un grandote de más de cien kilos, usar un par de Kawazakis como garrotes y hasta flotar y quedar suspendido en el aire. Obviamente la pelea final entre ambos Li, en una planta energética y entre lenguas de fuego, es el gran número aquí, y paga con creces el costo del alquiler. Excitación coreográfica, caos kinético y derroche dinámico son el gran aporte asiático al cine de acción, y en El único no se los echa en falta.