Sáb 20.07.2002

VIDEOS

Si la idea es quedarse en casa, un buen video puede ser salvador

Desde los clásicos de Chaplin hasta el último tanque de Disney, las bateas de los videoclubes tienen títulos infantiles para todos los gustos.

› Por Horacio Bernades

Empiezan las vacaciones de invierno, y con ellas el mismo dilema de todos los años. ¿Cómo entretener a los niños, sin estupidizarlos en el intento y logrando concentrar su atención durante un par de horitas, antes de que destrocen la casa? Sobre todo si, como ocurre este año, los “tanques” cinematográficos se adelantaron a la llegada del receso, a esta altura los chicos ya vieron varias veces La era de hielo y Lilo & Stitch, y papá y mamá no están dispuestos a ceder a la tentación de Dibu 3. En ese caso, nada mejor que quedarse en casa, sacarle lustre a la video e iniciar los viajes hasta el videoclub de la otra cuadra, donde están esperando muchos remedios infalibles y unas cuantas sorpresas, de esas que suelen perderse en las superpobladas estanterías.
Empezando por las consagradas, con escasas excepciones a esta altura ya casi no queda clásico de Disney por editarse, y se consiguen desde Blancanieves, Dumbo y Pinocho hasta Monsters (que sale en pocos días más), pasando por todos los “tanques” recientes (La bella y la bestia, Aladdin, La sirenita y siguen las firmas) y hasta alguna semitapada que no estará de más redescubrir, como la regocijante Bernardo y Bianca. Consejo para legos: tratándose de Disney, húyale a La sirenita 2, Aladdin 2 y los otros “2” editados para el mercado del video, todos ellos meros subproductos. Saliendo del planeta Disney, pero sin sacar el pie de la animación, conviene recordar que el video cuenta con gemas exclusivas. Es el caso de la bella fábula de extraplanetarios buenos El gigante de hierro (1999), la desaforada South Park, la película (1999) y los cuatro cortos extraordinarios que el británico Nick Park –uno de los nombres esenciales de la animación contemporánea– produjo antes de Pollitos en fuga, editados con el título de Las increíbles aventuras de Wallace & Gromit.
Todas las nombradas en el párrafo anterior pertenecen al sello AVH, que engruesa su catálogo de animación con clásicos de la Warner (los cortos de Bugs Bunny y sus amigos) y con perlas provenientes de los canales de televisión Nickelodeon y Cartoon Network. De Nickelodeon vienen los cortos de los Rugrats, de quienes se editaron varias compilaciones, y de Cartoon Network, La vaca y el pollito, Pinky & Cerebro, El laboratorio de Dexter y la popularísima Las chicas superpoderosas, de quienes circulan una buena media docena de antologías (entre ellas las recién editadas Los bitlos y El mago de los sueños). Tampoco podían faltar Los Simpson, de quienes el sello Gativideo editó más de una docena de videos (que suelen contener cuatro o cinco episodios de distintas temporadas) y la primera temporada entera, en edición de lujo y en cajita. También de la tele viene esa pasión de los más chiquititos que son Los teletubbies, de quienes Plus Video tiene editadas una buena cantidad de antologías.
Pero si hay un rubro en que el video no tiene competencia es el de los clásicos, y aquí conviene recordar que Chaplin, Keaton, Laurel & Hardy o Harold Lloyd siguen haciendo reír, no importa la edad, tanto hoy como hace casi un siglo atrás. De todos ellos y unos cuantos más se consigue en video la obra casi completa (del período mudo, al menos), editada sobre todo por el sello Epoca, que también lanzó hace unos años una impresionante colección de cortos cómicos mudos, llamada “La cabalgata de la comedia” e integrada por 16 tomos, nada menos. Allí pueden hallarse a todos los nombrados, pero también a otros talentos como Mack Sennett, Harry Langdon, Mabel Normand o Fatty. El mismo sello cuenta también con un importante catálogo de cine clásico de animación, incluyendo ediciones de los hermanos Fleischer (Los viajes de Gulliver, Popeye, Betty Boop), así como de los pioneros Winsor McKay (creador de Little Nemo) y Ub Iwerks, el hombre que inventó a un ratón llamado Mickey Mouse, además de otros inolvidables personajes. No hay por qué recular ante estos cortos añejos: cuando a los chicos les gusta algo, no les importa si fue hecho ayer o hace noventa años.

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