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Nadie
no tiene nada
Empezaron tímidamente
hace unos años, florecieron como hongos y se perfilan como una
alternativa de esas que no sólo le hacen bien al bolsillo sino
también a la autoestima. El año pasado, los 400 clubes
de trueque generaron bienes y servicios por 600 millones de pesos.
Por
Alfredo Zaiat
Cada uno según
sus necesidades, cada uno de acuerdo con sus posibilidades. Una buena
idea. De idealistas. Una economía de abundancia, no de escasez.
Un mercado organizado alrededor de valores solidarios, no de competencia.
Una moneda social, privada, sin la cualidad de reserva de valor. Cada
uno de los integrantes de esa sociedad con el doble rol de productor y
consumidor a la vez. Sin afán de lucro. En convivencia producción
de elevada complejidad con otra de sencilla elaboración. Sin desocupados,
ni excluidos. Ni impuestos. Una economía cerrada. Todo muy lindo
en la teoría, pero ¿cómo se lleva a la práctica
esa buena idea? Unas 40 mil familias, unas 300 mil personas, lo están
intentando. Se reúnen en los cerca de 400 clubes de trueque que
existen en el país. El último año, en ese otro país,
se generaron bienes y servicios por 600 millones.
Tres ecologistas, Horacio Covas, Rubén Ravera, Carlos De Sanzo,
formaron el primer club, el 1º de mayo de 1995. Ese grupo impulsor
empezó su tarea en 1989 con la idea de un programa de autosuficiencia
regional, en Quilmes. Desarrollo de huertas familiares, aprovechamiento
energético, reciclado de basura orgánica, con el objetivo
de articular una organización autosustentable. Pero faltaba
algo, dice De Sanzo. Y fundaron el club del trueque, en Bernal.
Así completamos el objetivo, apunta. La gente
podía producir, con tecnología simple, lo que sabía,
economizar en la casa y el excedente intercambiarlo por lo que no producía,
explica. Ese grupo de ecologistas, que inicialmente encaró la lucha
por la mejora ambiental, se dio cuenta de que las nuevas tecnologías
tendían cada vez a ser más limpias y que, en cambio, la
economía era más destructiva del medio ambiente, al incrementarse
la concentración de la riqueza.
Entonces cambiamos nuestro objetivo. Greenpeace pone su esfuerzo
en la lucha por la biodiversidad y la ecología. Para nosotros,
la economía es demasiado importante para que quede en manos de
economistas, define De Sanzo. Y plantea los cuatro pilares de la
sociedad del trueque, red donde se intercambia desde comida, ropa y artesanía
hasta paquetes turísticos, análisis clínicos y trabajos
de electricidad.
1. El dinero
La concentración de riqueza, el afán especulador, aleja
el dinero de la gente. Entonces, había que crear una nueva moneda,
que esté en poder de la gente, que no se utilice para fines especulativos.
Que cumpla la función de acumular valor para luego intercambiarla.
Libre de interés y de inflación. Esa nueva moneda es un
vale, cuya unidad de cuenta es el crédito, sin convertibilidad
a la moneda oficial. Pero con equivalencia: 1 crédito = 1 peso/dólar.
Esa moneda se distribuye entre los miembros de la red como un préstamo
no reembolsable (de 500 a 600 créditos), sin interés, con
el compromiso de devolución si se retiran del club. Coordinadores
del club garantizan que haya circulante, evaluando la liquidez existente
en el mercado. La emisión de créditos es contra el respaldo
de la capacidad de producción y de intercambio de la gente. Las
personas firman un recibo por el cual se comprometen a devolver los créditos
si se van, o sea que cada moneda que se entrega tiene como respaldo ese
documento.
2. El mercado
Cada integrante del club tiene el doble rol de productor y consumidor.
Son prosumidores, como los denomina Alvin Toffler. Yo te compro
a vos porque vos me compras a mí, es el modelo. Esa reciprocidad
entre prosumidores se genera porque cada uno tiene una relación
solidaria con el otro, que en el mercado formal se ha perdido. Por caso,
en la feria de La Bernalesa, que convoca a más de 2500 personas
por domingo, los créditos circulan veinte veces más rápido
que en el mercado formal. Esto es así porque el crédito
no genera interés y tiene una cantidad emitida óptima.
3. Producción
Con una moneda social y un mercado donde no existe una competencia
feroz, convive una persona que produce un bien a mano (tejidos) con otro
que elabora uno sofisticado (una computadora). Lo que importa es la satisfacción
de las necesidades. Es un mercado que está en permanente demanda,
a diferencia del formal que está en oferta. No sufre los rigores
de la otra economía. La del trueque es una economía de abundancia,
no de escasez. Administra recursos abundantes que son subutilizados. Busca
construir una calidad de vida envidiable al tener costo financiero cero,
sin problemas legales por armar o cerrar una empresa. No existe la relación
patrón-empleado o de socios. Cada uno es coprestador autónomo.
4. La red del trueque
Es más que un simple mercado. Está organizada en torno
de principios de solidaridad. Permite desarrollar programas que son impensados
en economías de escala. Se trabaja con los mismos códigos.
La inversión es en la gente, con capacitación, congresos,
publicaciones, una página web (www.truequeclub.com) para que la
red vaya creciendo. Mejora la calidad de vida, con cursos de idioma, de
computación. Hay planes de vivienda, de salud. Todos intercambian
su producción de bienes y servicios.
Nosotros nos reunimos en La Bernalesa, cuenta De Sanzo. La
ex fábrica textil, propiedad del empresario Eduardo Valor, abarca
ocho hectáreas, con 3000 metros cuadrados dedicados a la producción
y a la feria. Participan 2500 familias, del municipio de Quilmes, integrantes
de quince clubes de trueque. Cada uno de los clubes es autónomo,
lo que habilita a que existan cuatro monedas distintas en circulación.
Pero sólo una es de alcance nacional (el crédito), que representa
el 80 por ciento del total emitido, unos cuatro millones de circulante.
El resto son monedas de clubes localizados en el norte del país,
en la Capital y en la zona oeste de la provincia de Buenos Aires.
De Sanzo resume esta idea, ya convertida en una red global del trueque:
Los desocupados y los excluidos son también un mercado. Creamos
un mecanismo para que retornen al circuito productivo. Pero necesitan
plata. Se la damos. Es muy poderoso un sistema que no excluye. Todo tiene
valor en el club.
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