OPINION Los que vienen marchando Por Mario Wainfeld ¿Qué
tienen en común los escraches, los juicios a represores por robo
de bebés, la Carpa Blanca, las marchas del silencio, el no
se olviden de Cabezas? En el contexto de esta publicación,
es fácil adivinar: son buenas ideas nacidas usualmente desde
el dolor o la debilidad para combatir la disparidad de poderes,
la violencia, la impunidad. Fueron paridas desde aquello que, a falta
de nombre menos petulante o clásico, llamamos la sociedad
civil. Una sociedad civil que en un marco de concentración
de poderes políticos económicos y mediáticos (es
decir, en un marco adverso) ha aprendido a ser torazo en rodeo ajeno.
Por ejemplo, en el rodeo mediático que se supone formateado para
los poderosos y los frívolos y que, sin embargo, se ha hecho cada
vez más receptivo a las voces y acciones de los piqueteros, los
escrachantes, los maestros ayunando, los deudos de María Soledad
Morales o de los asesinados en el atentado a la AMIA. En parte porque
ha crecido la sensibilidad colectiva y en parte porque en vez de despotricar
contra la realidad y postergarse ante ella muchos eligieron adecuarse
a las exigencias mediáticas de lenguaje, formato y creatividad.
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