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El síntoma del Santiagazo
por Luis Bruschtein


El 16 de diciembre de 1993 se produjo el Santiagazo, después empezaron los cortes de ruta en el interior, en Cutral-Có y luego en Tartagal, y finalmente surgieron en las puertas de Buenos Aires, en La Matanza. Un año antes se había creado la CTA, que había sido el detonante de la rebelión de los santiagueños y el sostén nacional, desde los gremios, de la protesta social. Y en diciembre de 2001, tras los cortes piqueteros y las marchas y paros gremiales, surgieron las asambleas urbanas que dieron el golpe de gracia al modelo neoliberal, sumadas a los piqueteros que marcharon desde el conurbano y al paro convocado por la CTA.
En 1991 había asumido Domingo Cavallo en Economía y se anunciaban privatizaciones y ajustes. En 1992 la CGT amagó con planes de lucha y paros, pero se doblegó a la política de Menem. Entonces los gremios combativos decidieron conformar la CTA para enfrentar al modelo neoliberal que había copado al PJ y desde allí controlaba a la cúpula de la CGT. En 1993 fue el primer ajuste grande que afectaba a las provincias, que ya estaban perdiendo los polos de desarrollo de los ferrocarriles y de las empresas públicas de acero, gas, carbón y petróleo.
El 16 de diciembre, los trabajadores del Estado de Santiago del Estero enrolados en la CTA: ATE, docentes, judiciales y municipales, habían convocado a un acto de protesta por el atraso salarial. La manifestación se desbordó, los efectivos policiales se negaron a reprimir y los manifestantes, a los que ya se habían sumado cientos de vecinos, incendiaron la Casa de Gobierno, los tribunales y las casas de los políticos locales, empezando por la del ex gobernador Carlos Juárez.
Fue un año de esplendor para el modelo neoliberal. Pero al mismo tiempo, el año en que apareció la primera expresión masiva de resistencia, con nuevas formas de lucha y de expresión política. Los primeros cortes en el interior, los de Cutral-Có y los de Tartagal, fueron puebladas parecidas al Santiagazo que utilizaron además el corte de ruta para hacerse escuchar. Más tarde, el corte se convirtió en una herramienta de lucha por sí misma que obedecía, la mayoría de las veces, a protestas de comunidades enteras, más que de grupos políticos.
La simetría entre diciembre de 1993 y diciembre de 2001 es casi perfecta entre los ajustes de Cavallo y el Santiagazo y los ajustes de Cavallo y el Porteñazo. El ajuste neoliberal que se aplica con tanta fuerza en el ‘93 pareció apagar las repercusiones del Santiagazo, pero la fuerza del Porteñazo en 2001 apenas necesitó un soplido para que se terminara de derrumbar un modelo neoliberal agotado y raquítico.
El esquema entre aquel Santiagazo de 1993 y el Porteñazo de 2001 se repite en cuanto a los blancos de la furia popular. Los objetivos del Santiagazo fueron la Casa de Gobierno, donde se concentraron los manifestantes, que luego incendiaron los tribunales y las casas de los políticos. La concentración espontánea de vecinos en el porteñazo también fue frente a la Casa de Gobierno aunque centró su furia en los bancos principalmente. Pero además, la bronca expresada en las consignas apuntó a los políticos (“que se vayan todos”) y a la Justicia (“que se vaya la Corte”). En ambos casos, la gente identificó genéricamente al poder político, al sistema político y al sistema de justicia como castas que habían sido cooptadas y desnaturalizadas para ponerlas en su contra. En ese sentido, el Porteñazo, nueve años después –y en gran medida por el corralito–, fue más lejos al señalar a los bancos como los principales favorecidos por una estrategia económica que había destruido al país. No hubo sólo dos días de lucha en más de diez años de modelo neoliberal, sino que fue un proceso acumulativo y se podría tomar al Santiagazo de 1993 como un salto cuantitativo en esas luchas, como también lo fue la creación de la CTA o el primer piquete en Cutral-Có. Primero fue destruido el aparato estatal, casi en seguida las provincias y finalmente la crisis estalló en la Capital Federal. A lo largo de esos años hubo gran cantidad de luchas y protestas, a veces aisladas y hasta poco entendidas por sectores que más tarde se fueron sumando.
La fuerza de ese movimiento social es evidente en las luchas que protagonizó. Pero su debilidad también lo es, porque en todos esos años no supo construir su propia representación política. En las elecciones tras el Santiagazo, el PJ volvió al poder. Y después del Porteñazo del año pasado, se instaló otro gobierno del PJ. A lo largo de esos años, desde el movimiento social se intentó lograr representación política a través de propuestas electoralistas que se diluían o de propuestas más acotadas que no alcanzaban lo que se proponían. Y también sufrió a las sectas que tienden a dividir y enfrentar, a dividir a los piqueteros entre sí, a separar a las asambleas de otras asambleas o a las asambleas de la CTA. El gran desafío es que todo ese movimiento social que se expresó estos años en la calle en el enfrentamiento al modelo logre ahora construir su propia representación política sin divisiones ni sectarismos.