La categoría de Raúl marcó la diferencia. El Barcelona atacó, jugó mejor pero no pudo desnivelar en el Bernabeu ni descontar la diferencia que resultó decisiva tras el 2-0 del Madrid en el Nou Camp la semana pasada. A finales del primer tiempo, un gran zurdazo del delantero madridista ante una vacilación defensiva de la última línea catalana puso el 1-0 y complicó definitivamente al equipo de Rexach que durante el período inicial sólo había llegado a inquietar con un zapatazo de Rochenback en el palo. En el segundo entró Overmars, se abrió la cancha y proliferaron los centros. Llegó el empate enseguida en un tiro largo dos veces desviado –por Saviola y finalmente por Helguera– y la hazaña pareció posible. Pero nunca cercana. Luis Enrique –como en la totalidad de los dos partidos– llegó bien pero no tuvo suerte y no pudo. Tampoco Kluivert. Ahora el Real disputará ante el Bayer Leverkusen –que eliminó por diferencia de gol al Manchester– su duodécima final de Europa, en Glasgow, el 15 de mayo.