El término surgió en los ’70, con el boom petrolero de Medio Oriente. Los petrodólares expresaban la aparición de un fenómeno nuevo, montado sobre la suba del crudo y la consolidación de la OPEP. Treinta años después, la posición de Venezuela en el continente hace recordar aquellos tiempos. Los venezolanos –que estuvieron a punto de privatizar Pdvsa con Carlos Andrés Pérez– tienen dinero. Tienen divisas en abundancia. Y eso los hace más atractivos. Los pragmáticos no reparan en el rumbo político, sino en la oportunidad de hacer negocios. Esta realidad, indiscutible, no es ajena a la relación con Argentina. En 2004, las exportaciones a Caracas sumaron 456 millones de dólares. La industria farmacéutica local es uno de los sectores más beneficiados por el incremento del comercio. Pero la liquidez financiera tiene sus riesgos: que la contraparte, o los intermediarios que a veces son imprescindibles, eleven sus precios para vender más caro y así aprovechar la coyuntura. “Venezuela se quejó de los sobreprecios”, confirmó a Página/12 una fuente diplomática argentina. Entre los bolivarianos hay quien sigue con atención las últimas compras –que se hicieron por fuera del fideicomiso– de ampollas y genéricos.